Señora

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Las tres nos metimos bajo las sábanas. Priscila advirtió que eso no era lo que me caracterizaba. Huir de las batallas. Tenía razón. No es lo que mi mamá me enseñó Olivia nunca ... Olivia no había huido de muchas batallas, solo la de darle la noticia a su casi esposo de que habían tenido un hijo, pero en los otros retos, como los terribles dos de Sergio o mi adolescencia se había parado por mí.

Despertamos entre besos de Olimpia, Isabela la tenía encima mientras le acariciaba los colochos y mi hermana le contaba que le habían cambiado de grupo.

—Mi amor, quieres que vaya a envenenar a esa mujer.—Le grité cretina.—Mi amor, eres la más inteligente del planeta—dijo Isa mientras le felicitaba.

—Buenos días, Milena, ya te despertaste—Preguntó Jana con una bolsa de la cafetería. —Les traje café y vengo a ver qué vas a ponerte hoy de este closet tuyo—Dijo con una sonrisa y dejó la bolsa en el suelo, se acercó para darme un beso de hermanas.

Ese cambio espectacular es porque papá le ha estado explicando que el bebé es real y que va a ser tía, el amor no es hacia mí, pero, lo voy a disfrutar como si fuese real, por nueve meses.

—Permiso, aquí está nuestra hermana—gritaron Vera y Vega antes de saltar en la cama.

Priscila les abrazó y les preguntó si ella seguía siendo su única hermana; las mellizas asintieron. Su hermana mayor sonrió divertida y nosotras nos contagiamos. Porque todos, absolutamente todos sus siete hermanos habían aplicado todas las técnicas para enseñarles que son familia, pero ellas creen que esos son adultos que van a comer a su casa de forma gratis, Pri es niña y se parecen (muy poco, pero parece funcionar).

—¿Tú eres nuestra única hermana?—aseguraron al unísono.

—Ustedes saben que los chicos son sus hermanos.—dijo Jana.— Es como Mily; es muy mayor. Va a ser mamá. Es toda una señora, pero sigue siendo la hija de mi papá y por ende mi hermana mayor—Las mellizas rieron e Isabela se contagió con las carcajadas.

Esta pequeña y maléfica mocosa.

¡Muy mayor!

¡Señora!

¡Mamá está cool!

P E R O

¡¡¡¡Señora, muy mayor!!!

—¿Quiero entender una cosa; tú no quieres un poquito a Mily?—preguntó Isabela.

—Obvio sí, como a una mujer mayor que resulta ser mi hermana.

—Jana, te vas a fucking arrugar por perra—las niñas rieron y mis amigas negaron con la cabeza. Salí de la cama y le hice cosquillas a mi hermana pequeña hasta que rogó porque me detuviera.

—Te amo, es mentira. Es mentira todo lo que dije.—dijo en medio de risas. — Solo no me gusta compartir a papá

—Papá tiene dos hijos más peque—le recordé mientras les pasaba a mis amigas sus cafés.

—Sí, pero ni los quiere—Replicó Jana.

Mi hermanita dio un sorbo a su café.

Entendí que Arturo y Ada sí están haciendo muchas cosas mal con ella y todas en la habitación reímos. Jana incluida porque eso sí que no es verdad. Papá y Ada los quieren a todos por igual, ella es la menos de ocho hermanos y papá hijo único, son dos formas de tener atención y amor que a veces se siente vacío.

—Tú sí que tienes problemas —Dijeron las mellizas V. —Es por eso que no aceptamos más hermanos, así no hay que compartir.

—Estás jugando mal tus cartas—Advirtió Olimpia. — Adoooro a mis hermanos mayores. ¡Siempre me consienten! Me ayudan con las tareas, me sacan de problemas. ¡Milo y Sergio jugando al té es lo máximo!, pero pronto todos van a tener casas así que voy a tener a dónde ir cuando me aburra de mamá y papá. Lo mejor. ¡¡Pronto tendrán trabajo!! Así que como soy su hermana bebé me voy a ganar cosas lindas como el vestido naranja que Mily hizo para mí.

Las chicas se quedaron viendo a Olimpia y Olimpia a mí. Los dos nos sonreímos e Isabela dijo:

—¿Tú no puedes estar embarazada, has visto a ese bebé en ultrasonido?

—Serán tías de tres bebés. —anuncié mientras me frotaba el abdomen e intentaba sacar la barriga. —Sí los he visto.

—Tres ajá —Se burló Priscila y las demás rieron.

—Están portándose fatal.

—¡Bueno! ¿Qué? ¿Hay que cargarlas o con pistolas de agua?—preguntó Sergio.

Mi habitación se llenó de hermanos desagradables en un dos por tres, los siete varones del tío Alonso, los cuatro del tío Cash y los tres que mis papás decidieron hacer, todavía cuando salimos de la habitación fuimos atacadas por la banda más pequeña de Pieths.

—En serio en esta casa no me respetan—dije. —Estoy embarazada gente.

—Mily, báñate rápido, quiero desayunar —advirtió Adam y le quité la pistola de dardos a Sergio para llenarle la cabeza de ellos, todos rieron.

Fui a vestirme y me maquillé un poco porque no creía que podía salir así como así, son mi familia, pero son feroces, cuando bajé, Isabela ya estaba sirviéndose el desayuno y Priscila se veía como una Diosa.

—Son trillizos en serio —dijo Samuel. —Tres bebés.

—Esas mujeres no me creen.

—Los he visto con mis propios ojos—confirmó mi papá.

Mis primos y hermanos que por alguna razón creyeron que era una broma me felicitaron. ¿No sé por qué nadie me toma en serio en esta familia?

—¿Por qué ustedes mantienen el cuerpazo cuando están embarazadas? —preguntó Ada molesta y mis mamás se encogieron de hombros.

—Somos mujeres bendecidas.

Vi a la hermana de Drake acercarse junto con Drake, ella fue directo a saludar a su mini-mejor amiga Jana, no sé por qué, pero se aman, Drake se acercó con una bolsa de regalo.

Me acerqué a él y le pregunté para quién era el regalo.

—Obviamente para los bebés. Ya no eres el centro del universo.

—Cuida como me hablas, Drake. Esta mañana me han insultado tanto.

—¿Qué te han dicho?

—Creo que alguien me llamó Señora mayor—Drake rió y nombró de inmediato a mi hermana pequeña y me pidió que viese el regalo.

Tres ositos y traía sus mudadas para cambiar, lo suficientemente grandes para ser adorables y pequeños para que un niño de un año pueda llevar de un lado a otro.

—Es lo más tierno y considerado.

—Espero les acompañe mucho y compré un montón de cosas más, pero me dio pena mostrarme como un papá oso.

—¿Sabes qué puede que no sean...?

—No me importa, me lo dijiste primero. Me dijiste antes que a todos que eran trillizos y quiero ser papá hace mucho, no te cases con él. —Mi mamá nos interrumpió.

—Drake, Mily a desayunar, que en cuarenta minutos nos tenemos que ir —Mi tía Olivia le acomodó la corbata. —Te ves irresistible en traje.

—Lo sé, pero le tengo miedo a tu marido —Los tres reímos. —¿Nos das cinco minutos más?

Mi mamá me vio y después a Drake, finalmente nos dejó a solas de nuevo. ¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?

—Mily, lo siento Drake. Tenemos que hablar, yo creo que no deberías casarte con Max y en todo esto yo soy suiza, cásate conmigo. Puedo guardar las apariencias. Puedes tener más sexo con Drake que conmigo, pero es que Max y tú son tóxicos por definición.

¡¡Repito!!

¿¡Por qué tiene que ser tan complicado!?

—Buenos días —Dijo la madrastra de Max mientras se acercaban.

Max se acercó al grupo y nos saludó:

—¿Tienes una respuesta, cariño? —preguntó —¿Vamos a hacerlo oficial?

El bebé del millonarioWhere stories live. Discover now