Pensar en alguien más

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Narra Isabela

La primera vez que vi a Mily creí que seríamos enemigas mortales, era la niña más pequeña y con cabello largo y rubio que estaba sentada en mi asiento.

¿Cómo no odiarla?

Eso pensé hasta que me acerqué y le dije que ese era mi asiento y ella me miró de pies a cabeza. Mily sonrió y respondió como si no me hubiese escuchado: me llamo Mily y tú, quieres ser mi amiga aquí no hay ninguna silla que sea naranja? Algo les pasó para que no lo hicieran.

Yo confesé que la mía es rosa porque yo la pinté de ese color y que podíamos hacer la suya del color que quisiera, le di una silla roja y Mily se cambió. Nuestra canción favorita del kínder era la gomita es mía porque las dos les tememos a las agujas y no teníamos mamás eso nos pareció fantástico.

Me acerqué a la sala en la cual está Love, mi sobrina, porque Mily no solo es mi mejor amiga es mi hermana y vía Drake sin camisa dándole calor y acariciándole la cabeza como si fuese suya, como si lo más Preciado en su vida fuese esa pequeña mujer.

—¿Cómo está, Mily? —preguntó.

—Está intubada, están debatiendo sacar a los bebés.

—¿Qué es lo qué pasó?

—Una placenta previa y ese problema de circulación que no sabemos qué es.—Respondí desesperada y la pequeña abrió un ojito.

—Dice que Love tiene un mes más del que pensábamos.

—¿Es tuya?—sonrió.

—Es mi hija, sin importar lo que Mily y Max quieran decir—Los dos reímos y acerqué mi mano a su pequeño rostro. —Es muy pequeña.

—Mily era la más pequeña, fue en medio de la adolescencia que pegó el estironazo y nos sorprendió a todos.

—¿Crees que esté bien?

—Creo que lo hará, es fuerte y ella también.

Seguí acariciando a Love mientras su papá la mecía, la enfermera le dio el biberón y le explicó cómo debía dárselo correctamente, sin poner en riesgo el oxígeno. Nos mostró cómo las constantes vitales de la pequeña Love estaban subiendo y los dos reímos.

—Eso era todo, tus hermanitos no te dejan comer. Si son como Sergio tienes que acostumbrarte—Drake rió.

Todos estaban discutiendo en todos lados, cuando Bash se acercó a mí con tres posibles direcciones. Me dijo que teníamos que hacer ataque coordinados con el fin de evitar alertarlos y tener mayor probabilidad de sacar a Max con vida, le pedí que coordinara con Franco, el cual se acercó a nosotros y me dio un abrazo.

—¿Estás preocupada?

—Estoy cagada, es mi hermana y es este imbécil que ni siquiera es malo y no quiero que se muera.

—Lo sé.

Arturo estaba discutiendo a gritos con los médicos a cargo de Mily y vi a la tía Emma la cual estaba sentada cargando a mi prima pequeña. Olimpia está demasiado preocupada, pero no tanto como para robarle el sueño.

—Necesito que calmes a tu sobrino.

—Nadie puede consolarle, es su bebé de oro.

—Lo sé; sin embargo, hasta yo le tengo miedo y necesito que esos doctores duerman, coman cojan y tengan una idea brillante.

Emma llamó a Alessandro el cual tardó unos veinte minutos en llegar al hospital. Observó a Arturo y sus hijos los cuales estaban siendo interrogados por su jefe el cual no estaba actuando como tal, sino como un papá furioso porque todo en el parto de su primogénita había salido mal.

—Arturo, necesito que vengas conmigo —pedí y todos me miraron.

—Yo voy a hacerme cargo del caso, tú estás muy involucrado —Dijo Alessandro. —Sigue a Isabela.

Le hice una seña y le llevé al área de maternidad, les presenté a los guardias al doctor Pieth. Olivia estaba cubierta por una bata quirúrgica y desde lejos, junto a Niza veían a Drake y a Love dormir, los dos sonreímos y le intentamos quitar a Drake la bebé sin despertarle, pero fue imposible, él se despertó como un papá oso. Me disculpé por asustarle y me dio una sonrisa antes de dejar que Arturo le reemplazara.

Mi celular vibró y en la pantalla leí un mensaje de Leoniza y de Franco, avisándome que estaban listos para hablar, nuestra clave para extraer a Max.

—Eres un abuelo y tienes que pensar como tal. Yo voy a asegurarme que Alessandro encuentre al mejor equipo para tratar a Mily a los bebés. Drake necesito que vayas a comer y yo voy por Max que algo tengo que poder resolver.

—Isabela, no podemos tener a Mily entre la vida y la muerte y a ti en medio de una balacera. —dijo Arturo y Love se quejó, abrió los ojos y le miró y soltó lo que parecía una sonrisa.—No quiero que nada te pase.

—Lo sé, por eso. No planeo morirme o salir herida. Nada de drama. Hay como cinco guardas cuidándoles más lo que están.

—Isabela, mejor no vayas —pidió Drake. —Déjales, ellos saben lo que hacen

—Tengo que ir, necesito asegurarme de que Love, Mily o sus hermanos pasen por algo como lo que está pasando Max.

Vi a mi hermano hacerme señas y levanté una ceja, porque Bash no tiene cara de buenas noticias. Salgo molesta y le preguntó dónde está Franco o Leoniza. Mi hermano tiene el rostro cargado de seriedad.

—Parece que abrieron fuego de defensa, una de las casas explotó. Sabía que íbamos ahí. Franco no ha podido decirme si hay sobrevivientes, pero en la segunda casa están los cadáveres de sus compañeros.

—¿Dónde está Max?—pregunté. — ¿Les has podido rastrear?

—No, no. Ni siquiera transfirió el dinero que le pasamos. Hice un barrido de las casas y aparentemente usan nuestro propio sistema de vigilancia y aparatos electrónicos para jodernos.

—¿Entonces?

—Saben todo y más. El problema es que si han logrado escapar pueden estar por venir o esperar meses.

—¡Quiero que cierren el hospital!—exigí. —¡¡Nadie entra, nadie sale!!

Esta es una real cagada, pero para vencer al enemigo hay que pensar como él. Claramente, esa mujer tiene dos opciones: venir a atacarme o huir de mí porque estoy cerca de atraparla.

—Dame todas las rutas de escape, Bash.

—¿Qué?

—No viene para acá, los bebés no se suponía que nacieran hasta dentro de unos meses, ¿dónde puede esconderse o ir?

Entró la llamada de Franco.

—¿Tienes a Max?

El bebé del millonarioWo Geschichten leben. Entdecke jetzt