¿Quién es el papá?

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Entré en casa y saludé a Cloe, la niñera de mis hermanos, planchando ropa. Emilio estaba sirviendo jugo de uvas a mamá mientras ponía la tetera. 

—Nunca en la vida quiero que vuelvas a decir que no quiero a esos dos, porque los amo, mucho, mucho, son parte importe de mi vida. Quedé con Ada par recoger a los niños esta semana porque ella tenía una cita con proveedores. Sergio tenía que llevar a sus hermanos al cole, pero, él se mudó conmigo. —Suspiré. —Fui por todos los niños y estaban muy insistentes en no ir a clase y yo quizá... haya sucumbido muy fácil. Puede que fuese mi intención no llevarles desde que los recogí, pero no pensé en herir a mis hermanitos.

—Está bien, Mily.

—No está bien. Peleé mucho con Olivia para que te quisiera y aceptara de vuelta para ser yo quien te da la patada en el culo. Te amo, tanto como a ella y estoy triste porque no puedo tener nada de estas cosas. Una mamá que hace galletas, que va a grupos de apoyo de síndrome de Down, que su esposo le quiere y que adora a su hijastro tanto como a su hijo. Te amo mucho, pero me duele que seas así de buena con ellos y no lo hayas sido conmigo.

—Me esforcé en dejarlas a salvo, Mily.

—Lo sé.

—No, no lo sabes. Mily me metía demasiadas drogas y vi a alguien a quien quería morir porque se puso un poco más. Una raya más de coca y un pinchazo más de heroína. Yo iba después. Convulsionó, le salió sangre por la nariz y los oídos. Yo me fui, llamé a emergencias y me fui a casa. Tú estabas ahí y me viste llorar con desconsuelo y rodaste los ojos antes de tomarme del pelo y arrastrarme a la ducha, mi hija de casi cuatro años me estaba dando un baño, me preparó un emparedado y me contó un cuento para dormirme. Desperté y te vi dormida en la cama de Olivia y supe que estabas mejor sin mí.

—Nunca me contaste esto.

—Te amo Mily y me hubiese gustado ser tu mamá durante tu infancia, hacerte sándwich sin cortezas y pelarte las uvas de vez en cuando —Me puso el pelo detrás de la oreja.— pero no puedo devolver el tiempo. Solo puedo ser la mamá de una mujer adulta que a veces va a comerte errores, otras veces va a sentir dolor y tristeza y otras veces felicidad.

—Sergio me dio una lista de cosas que hacen las mamás antes de ser mamás y quería saber si de casualidad quieres ser mi esposa—Niza rio. —voy a necesitar un acompañante a mis clases premamá y tú eres buena haciendo meditación y tuviste un parto natural sin ningún tipo de drogas. ¿Así que si quieres ser mi mamá de parto y mamá empresarial y esposa? Estaré honrada.

—Claro que sí cariño. Sé cambiar pañales también.

—¡Qué alivio!

Abracé a Niza y ella me acunó en sus brazos, acarició mi cabello mientras me daba pequeños besos en la frente. Su esposo se aclaró la garganta y comentó con sutileza:

—A mí la fórmula se me da súper bien—Nosotras reímos e hicimos una seña para que se uniese al abrazo.

Mis hermanos me invitaron a una cena preparada por ellos. Agradecí que la mamá de Emilio le dejase en casa y mi hermano se ofreciera a ayudar con la cena.

<<Sergio me escribió un mensaje: Bloqueaste a Max, está histérico en casa de mamá y papá. Dice que fue al apartamento. ¿Dónde estás? <<Mily

Con mis hermanos. Mehr y Moad están cocinando para mí, el supervisor es nada más y nada menos que Emilio jr. No tengo mensajes de Max, solo llamadas perdidas.

La cena señorita, Milenita —Dijo Mehr y le abracé.

Fui con los chicos a la mesa y sus papás sonrieron aliviados. Unos espaguetis en salsa de tomate que mancharían la cocina, pero se veían comestibles, un pollo asado recalentado, muy bueno le había quedado a Emilio y unas tostadas.

—Jugo de manzana—Me ofreció Moad.

—Sí con hielo, por fa.

—¿Quieres que te sirva?—preguntó mi hermana y asentí.

—Emilio, tengo noticias.

—¿¡Vas a tener tres bebés!? Adam está muy molesto.

—Adam no va a tener que criarlos —replicó mi hermana con notable indignación y todos reímos.

La cena en casa de mi mamá se convirtió en una excusa fantástica para lidiar con niños y sus locuras. Moad finalmente hizo la pregunta que nadie me había hecho:

—Oye Mily, tú vas a tener un bebé, pero si yo soy el tío y mi mamá abuela, y ya sabes, tiene todas esas otras familias, ¿quién es el papá?

—Max—respondió mi hermana.

—Drake —Dijo Emilio.

—El otro, el otro.

—¿Octavio?—preguntó su hermana. —Él es cosa del pasado —moví la cabeza hacia los lados.

—El que me cae bien a mí—insistió Moo. — El que trabaja contigo, Mily. El sexi, divertido y fashion mi amigo

—Leo—dijimos todos al unísono.

Mis hermanos rieron y me miraron. Emilio sonrió desde su sillón, mi mamá se acomodó más cerca de su esposo y mi hermano insistió:

—¿Cuál?

—Bueno... alguno de ellos.

—¿Mily...?¿Sabes que soy feminista?—preguntó mi hermana.

Su papá y mi mamá se le miraron con atención.

—Sí.

—Eres una mujer de mundo —Chocó su taza de té con la mía.

—Bien por mí —Tomé un sorbo de leche de almendras tibias.

Acosté a los dos enanos en su cama porque Emilio últimamente está muy grande para coexistir con la infancia de sus hermanos. Me quedé acostada en la cama de mi hermana un rato porque dice las cosas más tiernas antes de dormirse, le llené de besos y le acaricié el pelo. Salí finalmente de su habitación y fui por mis cosas. Emilio me preguntó quería un aventón a casa y me negué, le di un abrazo y acabé disculpándome con él.

—Sé que es complicado y dolorosa Mily, ella quiere con la vida recuperarte y es más consiente que nadie de que tienes una mamá y un papá, que tienes hermanos, una vida. Entregar a un hijo Mily, eso solo se hace por amor, porque quieres verle bien, que esté cuidado y amado. En unos meses lo entenderás mejor que nadie.

Me acompañó al auto y me recordó como cinco veces enviar un mensaje cuando estuviese en casa. Tardé unos veinte minutos en llegar. Le di las llaves al valet del edificio y fui hacia el interior. Saludé al recepcionista y le pedí mi correspondencia, me entregó unos sobres y me dijo que estaban esperándome. Me acerqué a la sala de espera y me encontré con Max, tenía unas rosas en el regazo y un osito. Sonreí antes de acercarme y despertarle.

—Vine. Vine... a... pedirle una cita. Porque necesitamos hablar, de ti y de mí, de la forma en la que inicia nuestra historia. No Mily la adolescente o Maximiliano el engreído. Tú y yo. La mujer que eres ahora y yo el que quiere con la vida conquistar tu corazón.

El bebé del millonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora