nine.

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BRIELLE MONROE

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BRIELLE MONROE.

Había empezado el día con un humor de perros, fui a la universidad, salí con Jesse, me cayó mejor, lo atacó un pato, nos drogamos y comimos helado. En ese momento, no sé cómo, iba en una patrulla policial directo a la comisaría del pueblo, sentada en la parte de atrás como una niña que no quiere decir dónde queda su casa en el furgón escolar. Lo peor de todo era que el policía estaba muy callado y no entendía nada de lo que estaba pasando, pero si algo me enseñaron los libros, películas y noticias, era que no había que oponer resistencia ante los policías ni discutir con ellos, porque de lo contrario te pegan un palo con la multa.

El ambiente se me hacía demasiado extraño y desagradable. Sentía que ya había visto al policía que me llevaba, pero no recordaba bien. Me daba una muy mala vibra esa situación y mi estómago estaba apretado en un puño.

Llegamos a la comisaría y él se bajó para también abrirme la puerta. En el pecho llevaba una placa plateada de la institución, igual a la que tenía en su gorra. El uniforme negro se le ajustaba muy bien al cuerpo, como si fuera hecho justamente a su medida. Me guio hacia dentro.

—No te asustes, sólo te haré algunas preguntas —dijo con voz ronca. Asentí frenéticamente.

Llegamos a una puerta, la cual sostuvo para que yo entrara.

Era una habitación gris y cuadrada, con sólo una mesa negra y dos sillas, una frente a la otra, bastante deprimente. Me pidió que tomara asiento y lo hice, con la cabeza en alto. Él se sentó frente a mí y se quitó las gafas oscuras que llevaba, dejando ver unos ojos verdes brillantes que me observaban casi sin expresión. De verdad se me hacía muy conocido, como si su rostro se hubiese quedado grabado en mi memoria por un tiempo y luego lo había olvidado.

—Bueno, Brielle, yo soy el agente Clement —se presentó, quitándose también la gorra y dejándola sobre la mesa—. Soy el encargado del caso de Gregory Knight, supongo que lo has oído en las noticias o en alguna otra parte, ¿no?

Asentí con la cabeza. Su voz sonaba irritada, como si estuviera enojado por alguna razón. Tal vez me conocía y le caía mal, o no sé, pero tenía un sentimiento extraño respecto a él.

—Vine a Carmel y aproveché para hablar contigo —comentó, y ladeé la cabeza con confusión—. El caso de Knight ha sido el más difícil de todos los casos que he investigado, y digamos que no es tan común que se me hagan difíciles las investigaciones. Ha pasado más de un año desde su asesinato y nadie ha podido dar con el culpable, por eso me dejaron la investigación a mí. Llevo cinco meses trabajando en esto, y en estos cinco meses no he logrado reunir casi nada.

—Disculpe que lo interrumpa —dije—. Pero ¿qué tengo que ver yo?

—No estoy diciendo que tienes algo que ver. —Él rodó los ojos y tomó un archivador con hojas, comenzando a revisarlo—. Pero cualquier información puede ser útil. Veamos... Eres Brielle Monroe, tienes veinte años, actualmente vives aquí en Carmel pero antes vivías en Roswell, Georgia, ¿no?

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