fifty two.

1.6K 168 34
                                    

MASSIMO JONES

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.

MASSIMO JONES.

Meses antes.

Puse la pastilla blanca sobre el billete de dólar, la aplasté con uno de mis anillos hasta volverla polvo y entonces me lo acerqué a la nariz, aspirando hasta la más pequeña motita.

—¿Qué mierda crees que haces? —preguntó Jakob.

—Cenando —respondí, inclinando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos, esperando a que la droga hiciera sus efectos.

—Eres tan ridículo —murmuró Jakob—. Mejor ven a comer algo.

—No, gracias, no tengo hambre. —Le sonreí con ironía y me acerqué a las escaleras de la casa, queriendo ir a dormir a mi cuarto antes de derrumbarme en el suelo del salón.

Pero en ese momento la puerta de la entrada se abrió. Me giré sobre mis talones y miré al recién llegado, estallando en carcajadas al ver la mitad de su rostro desfigurado, algo que fue como un balde de agua hacia mí y me llenó de energía.

—¿Y éste? —pregunté entre risas—. ¿Qué te pasó, Jeremy? ¿Saliste a jugar y no me invitaste? Eres tan egoísta...

—Cállate, Massimo —me interrumpió Jakob, poniéndose de pie.

—Jakob...

—No, cállate —lo cortó mi hermano, acercándose a él, observando su cara con múltiples moretones y cortes—. Dile a alguien que te cure las heridas y luego vienes a decirme cuál de los niños fue el que te dejó así y por qué, ¿ya?

Jeremy no respondió y se fue. Me lancé sobre un sofá, porque de ninguna manera iba a perderme el chisme completo. Puse mis brazos por detrás de mi cabeza, esperando con mucha paciencia y curiosidad.

—Es un idiota —murmuró Jakob, volviendo a tomar asiento—. Si esta vez no trae algo bueno, te juro que lo mato.

—Ajá —susurré, sin prestarle mucha atención.

Cuando Jeremy volvió unos minutos después, con la cara limpia y un par de parches en ella, se sentó en una butaca con la cabeza agachada, jugando nerviosamente con sus pies.

—Fue Becker —murmuró.

—Ah, claro, no esperaba menos —respondió Jakob—. Ahora, ¿cómo? ¿Dónde? ¿Para qué? ¿Y por qué viniste?

—Pues... Yo iba saliendo para ir a comer y me siguió, me interrogó sobre lo de siempre en un baño del centro comercial, ya sabes. Le dije todo lo que sabía, te defendí y...

—Yo no necesito que me defiendas —lo interrumpió mi hermano—. Ahora, continúa.

—Le dije todo lo que sabía sobre Knight, que en realidad es muy poco. Cuando me dejó ir, vi a una chica que estaba espiando afuera.

—¿Una chica? —intervine con interés.

—¿Quién era esa chica? —preguntó Jakob, al parecer bastante intrigado.

—Alta y muy linda —contestó Jeremy—. Debe haber tenido como unos diecinueve o veinte, por ahí. Ah, y era rubia.

Rubia...

—Averigua quién es esa chica y qué hace —le ordené a Jeremy sin pensarlo dos veces.

—¿Qué? —preguntó Jakob—. ¿Por qué perdería el tiempo investigando a una chica insignificante?

—Por eso mismo —respondí, sonriendo—. Tal vez no sea tan insignificante.

—¿Es porque dijo que era rubia? —inquirió mi hermano.

La sonrisa de mis labios se borró. Jakob soltó una risa maliciosa y se dirigió a Jeremy.

—Hazle caso a Massimo, tal vez le sirva para divertirse.

Oh, claro que me iba a divertir. Sobre todo él, mientras luchaba por no morir.

𓍯 ࣪🔪 ᳝ ˑ ♡̷

La verdad es que no tenía mucha confianza en Jeremy como para que volviera a encontrar a esa chica, pero sorprendentemente sí lo hizo y en menos de una semana. Fue el viernes cuando volvió a casa con buena información sobre ella.

—Su nombre es Brielle y llegó al pueblo el domingo, su madre se casó hoy con Leo Leggio —dijo—. No logré averiguar qué es lo que hace específicamente, pero puedes hacerlo tú mismo, Jakob. Me colé en la boda de su madre y hablé directamente con ella. Inventé el cuento de que trabajo en una agencia de modelos y que necesitábamos a una chica, por lo que supuestamente nos vamos a juntar mañana en el Starbucks del centro para ver el tema del contrato. La idea es que vayan a secuestrarla.

—Diría que eres un genio —repuso Jakob con voz calmada—, pero insisto, ¿para qué mierda voy a querer secuestrarla? Al principio era broma, pero ¿y si de verdad termina siendo una tonta insignificante?

—Dudo que sea tan insignificante, porque la vi hablando con Becker en la boda —dijo Jeremy, sacándose un pequeño cartón del bolsillo—. Si quieres verla, también conseguí una foto de ella...

Se la arrebaté con fuerza, pues me interesaba mucho verla. Mientras tanto, Jakob se encargó de tratar mal al castaño.

—¿Me estás jodiendo, Jeremy? ¿Cómo mierda se te ocurre colarte en una boda donde estaba Becker? Es como tirarse hacia la muerte.

—No soy tan tonto como para mostrarme ante él. Tampoco iba a ir y saludarlo.

Solté una risa distraída, estudiando la foto con interés. Era una chica que estaba sentada sobre el capó de un auto rojo, usando un corto vestido gris que se le ajustaba al cuerpo. Tenía unos labios rosados curvados en una linda sonrisa, la cual achinaba un poco sus ojos almendrados y claros.

Era demasiado parecida a ella, lo que despertó en mí unas enormes ganas de encontrarla.

Jakob me quitó la foto y la miró.

—Parece una muñequita —se mofó—. Tiene la pinta de que llora por todo y que los chicos solo la usan por su cuerpo, ¿no?

Fue gracias a eso que se me vino una gran idea a la cabeza. No pude evitar sonreír al imaginarme esa situación, que sería demasiado satisfactoria.

—Nunca juzgues a un libro por su portada —apunté en voz baja.

—Y salió el poeta —susurró mi hermano, poniendo los ojos en blanco.

—Jeremy está diciendo que la vio hablar con Becker en la fiesta —repuse con voz calmada—. La buscamos, la provocamos y veremos si es una llorona como tú crees, cosa que dudo.

—¿A qué tipo de provocación te refieres? —preguntó Jakob.

—Sería como sacar lo peor de ella al atacarla —respondí—. Y si termina muerta, al menos nos divertimos.

—Muy bien, la iremos a buscar mañana —accedió finalmente Jakob.

—Tengo algo que les puede servir —dijo Jeremy—. Adora a su madre, y mañana ella se va a su luna de miel con Leggio en uno de sus jets.

—Conozco a un tipo que trabaja en eso —dijo Jakob—. Siempre quise mandar a alguien a secuestrar un piloto.

—Tus metas son tan raras —comenté.

—Massimo, ten en cuenta que esto es una apuesta —dijo mi hermano—. Cien mil dólares, pero hay que robarlos. Si la chica resulta una llorona, gano yo. De lo contrario, ganas tú.

Y también terminas muerto.

—Acepto. —Sonreí.

ErrorOnde histórias criam vida. Descubra agora