twenty eight.

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AGENTE MARY BROWN

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AGENTE MARY BROWN.

Me dejé caer en el asiento, sonriendo con satisfacción. Por fin me habían concedido el caso que, sinceramente, tanto había codiciado. Estaba segura de que iba a lograr encontrar al asesino con un buen plan que tenía, por eso comencé a revisar los detalles del informe del crimen.

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Nombre: Gregory Thomas Knight.
Nacimiento: 27 de julio, 1984
Edad: 37 años al morir.
Altura: 1,89 metros.
Características: Cabello rubio y rizado. Ojos azules. Contextura corporal musculosa.
Diagnóstico psicológico: TPA, Trastorno Antisocial de la Personalidad, Personalidad Psicópata.
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Tocaron la puerta de mi despacho, lo que me desconcentró.

—Adelante —dije.

Una secretaria, la cual no sabía su nombre, entró con un computador en una mano y un vaso de café en la otra. Dejó todo sobre mi mesa.

—¿Están todos? —pregunté.

—Así es —afirmó, señalando los archivos en la computadora—. Todos sus amigos, conocidos y relacionados. Están sus direcciones, lugares que frecuentan, trabajos, antecedentes, etcétera.

—Genial —murmuré.

La secretaria se fue sin decir nada más. Le di un sorbo a mi café y volví a tomar el informe anterior para seguir leyendo.

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Descripción del crimen: El cadáver fue hallado en la habitación número veintisiete del Roswell Hotel. Se encontraba sentado en una silla en posición sedente, con el torso amarrado al respaldo de la misma.

Sufrió tres heridas. Una capilar en el lado derecho de la frente y dos arteriales, una de ellas en el muslo, con once centímetros de profundidad, y la otra en el lado izquierdo del cuello, midiendo tres centímetros, provocadas con el mismo cuchillo carnicero. Estas dos últimas heridas provocaron que Gregory Thomas Knight se desangrara por más de veinte minutos, muriendo dolorosamente en la madrugada de ese día viernes.
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Esta vez la puerta se abrió sin ser tocada, justo cuando ya había terminado de leer lo que realmente me importaba. Dave, el criminólogo que ayudaba con el caso, arrastró una silla para ponerla en el otro lado del escritorio y se sentó frente a mí.

—¿Y tú? —pregunté.

—Me pediste que viniera para darte las observaciones del caso, las cuales hice hace un año y literalmente no han servido de nada —dijo él con cierta amargura. Era cierto, nadie había tomado en cuenta su trabajo, porque preferían investigar cosas más prácticas para no usar la lógica—. ¿Les puedes dar un buen uso tú?

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