kidnapping.

1.4K 94 47
                                    

NASH BECKER

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

NASH BECKER.

El momento se había vuelto bastante tenso.

Calvin, Jesse y Ryan presenciaban la escena con concentración mientras el rubio y yo nos enfrentábamos.

Fue rápido. Hizo piedra, yo papel, por ende gané y él perdió.

—Listo. —Calvin dio un aplauso que nos sobresaltó a todos—. Va Isaac.

Había una tarea que cumplir para poder seguir con nuestro trabajo. Estábamos estancados en cuanto a la investigación del asesinato de Knight, por lo que buscabamos con desesperación una pista, una pequeña ayuda que nos pudiera servir para avanzar aunque sea un solo paso, por corto que fuese.

Teníamos el dato de que Jeremy Chan, un ex amigo de Knight y uno de los cachorros más fieles de Jakob Jones, llevaba un tiempo fuera de su mafia tras una pelea. Eso nos daba a entender que el tipo podía estar desprotegido, pero a su vez podía tener mucha información sobre Knight y sobre Jones.

El plan era que uno de nosotros debía ir en busca de Chan para interrogarlo y sacar la mayor información posible. Como era algo peligroso, decidimos jugar piedra, papel o tijera, y el que perdiera debía exponerse a la "misión". Isaac fue el que perdió.

Parecía que no le importaba, era un chico valiente. Pero a mí sí me importaba, pues se trataba del más pequeño de nuestro grupo. No tenía nada que ver con subestimarlo, pero le tenía un cariño muy especial, y entre su vida y la mía, prefería mil veces la suya.

—Olvídalo —solté—, iré yo.

—¿Por qué? —protestó el rubio.

—Porque yo lo digo —respondí.

Calvin se encogió de hombros y me lanzó un pasamontañas en la cara. Lo atrapé al vuelo, dándole una fea mirada.

—Y más te vale que llegues con algo bueno —me espetó.

Le enseñé el dedo del medio y le di una vistazo a la foto de Jakob Jones colgada en la pared antes de salir del sótano.

Crucé el patio de la casa para llegar al estacionamiento. El cielo ya era un manto oscuro, el viento estaba bastante frío, tanto que cuando suspiré, el vapor de mi boca se arremolinaba en el aire. Me puse la capucha de mi chaqueta para proteger un poco mi rostro de la helada y, justo cuando llegaba a mi auto, Isaac me alcanzó.

—¡Nash! —llamó—. ¿Por qué no quieres que vaya yo?

Me detuve y me di la vuelta para mirarlo.

—Porque quiero salir un rato —mentí—. No me molesta, estoy aburrido.

—Vamos, hermano —se mofó, dándome un empujón en el hombro—. Admite que es porque me quieres.

—¿De qué hablas? —Dejé escapar una risa sarcástica—. No te conozco, atrás.

Frunció el ceño.

ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora