thirty six.

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BRIELLE MONROE

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BRIELLE MONROE.

—¿Qué...? —murmuré, abriendo la boca con asombro.

—Silencio —me ordenó Brown, y luego se dirigió a Jesse—. ¿Alguno de estos chicos es tu cómplice? Te estoy dando la oportunidad de que caigan todos contigo.

—No tienen nada que ver con esto —contestó Jesse—. Solo son mis amigos.

—Pero Jess...

—Silencio. —La detective volvió a hacerme callar.

Sinceramente, no entendía nada de lo que estaba pasando, lo que de alguna forma me hacía enojar.

—Muy bien, vamos. —Brown agarró a Jesse de un brazo y comenzó a hacerlo andar.

Él me guiñó un ojo mientras lo arrastraban hacia afuera, sonriéndome con cierta tristeza. Estaba muy confundida como para pensar con normalidad, así que los seguí hasta el estacionamiento.

—¡No pueden llevárselo!

La detective Brown me ignoró por completo, empujando a Jesse para sentarlo en la parte trasera del auto policial. Luego se volteó hacia mí, alzando las cejas en un gesto que me pareció sarcástico.

—¿Ah, no? ¿Por qué?

—No tienen pruebas —respondí con obviedad—. Necesitan una orden de arresto...

—Los videos que salieron a la luz son pruebas suficientes para poder llevar a cabo la orden de arresto, señorita —me contestó con brusquedad—. Además, el llamado fue realizado por el señor Calvin, quien dijo tener pruebas de que el video en realidad no era él, sino el señor Jesse, quien confesó que, efectivamente, sí era el del video, y se confirma con el cuchillo que se encontró. Sumándole a eso el hallazgo de la marihuana en su cuarto, una droga ilegal aquí en Indiana.

Abrí la boca para replicar, pero la verdad no sabía qué decir, así que presioné los labios para que no me saliera un vómito verbal bastante grosero en contra de la detective.

—Y ya vimos que nuestro sistema de arresto domiciliario no funcionó, pues fue dañado —añadió ella—. Usted, el señor Ryan y el señor Calvin podrán continuar sus vidas con libertad condicional. Es decir, si cometen un pequeño error que pase a llevar una ley, los invitaré a una pijamada con el señor Jesse en un calabozo.

—Pero...

—¿Quiere hacerle compañía ahora en la celda? —me espetó la detective, perdiendo la paciencia.

Me relamí los labios, respirando hondo para intentar calmarme. Jesse me miró y negó sutilmente con la cabeza.

—¿Puede recibir visitas? —pregunté, rendida.

—Lo voy a pensar —contestó la detective, sonriéndome con ironía antes de subirse al auto policial.

Todos los uniformados se fueron antes de que pudiera reaccionar y las sirenas se alejaron cada vez más hasta que no pude oírlas ni verlas. Tomé aire varias veces en un intento de calmar lo furiosa que estaba. Me preguntaba por qué todos los policías a cargo del caso eran tan insoportables.

Pero, sin duda, ahí había gato encerrado. Calvin tenía que ver directamente con el arresto de Jesse.

¿Sería un monstruo capaz de culpar a su propio hermano para cubrirse la espalda a sí mismo?

Me di la vuelta sobre mis talones, volviendo rápidamente a la casa. Sentía la necesidad de romperle la cara a Calvin a puñetazos. Estaba furiosa porque todo era su culpa. Primero Nash, luego Isaac y ahora Jesse.

Pero se me adelantaron respecto a mis intenciones. Cuando puse un pie en la entrada, vi a los chicos golpeándose sin piedad en el piso, rodando sobre sus propios cuerpos en medio del salón, rodeados de un par de vidrios rotos y gotas de sangre.

—¡Traicionero de mierda!

En ese momento, Ryan tenía el control de la pelea; se encontraba sobre Calvin, que sangraba por la nariz. Sin embargo, el líquido rojo también estaba en el rostro del moreno, pues tenía un corte en la boca y otro en la ceja. Me di cuenta de que Calvin le había arrancado el arito del labio con un puñetazo.

Sentía que no podía más. Seguramente iba a colapsar en cualquier momento. Tenía seguridad de que Ryan sería capaz de matar a Calvin a golpes, pero estaba cansada de las muertes.

Me acerqué corriendo a ellos y los separé a empujones. Calvin se puso de pie apenas logré quitarle a Ryan de encima, dispuesto a abalanzarse de nuevo contra él, pero antes lo agarré del cuello de la camiseta y le di una bofetada con todas mis fuerzas.

—¿Quieren dejar de comportarse como animales? ¿Creen que están en un puto zoológico?

Ryan se limpió la boca con la muñeca antes de subir corriendo las escaleras al segundo piso. Por el ruido que hacía, supe que estaba guardando sus cosas. Se iba.

Los ojos me picaban. Sentía una fuerte presión en el pecho que me impedía respirar con normalidad. Un hormigueo desagradable me recorrió desde la espalda hasta las yemas de los dedos. Inspiré con dificultad, pasándome las manos por el cabello.

—Brielle...

—Cállate, Calvin —lo interrumpí con la voz temblorosa—. De verdad, no espero nada de ti, y aún así siempre me decepcionas.

Me di la vuelta para subir corriendo las escaleras en busca de Ryan. Si se iba a ir, necesitaba hablar antes con él.

Entré a su habitación, donde iba de un lado a otro metiendo cosas en un gran bolso negro. Descargó un par de pistolas para meterlas dentro, luego echó toda su ropa de forma desordenada y sacó un gran manojo de billetes de debajo de su colchón.

—Ryan... —murmuré.

Me di cuenta de que la voz no me salía bien. Tenía miedo. Nunca había tenido tanto miedo como en ese momento. Todo mi alrededor estaba borroso. Iba a vomitar.

Ryan dejó de moverse de un lado a otro, se pasó las manos por el cabello y se acercó a mí.

—Tranquila —dijo, tomando mis manos con suavidad—. Respira, Brielle.

—Eso... Eso intento —susurré.

—Intenta respirar conmigo —dijo, envolviéndome con suavidad entre sus brazos—. La respiración es lo importante.

Dejé que me abrazara y apoyé la oreja en su pecho, siguiendo el ritmo de su respiración en un intento de calmar la mía. Supe que él también intentaba serenarse por la forma en la que su pecho subía y bajaba agitadamente.

Minutos más tarde la presión de mi pecho y el miedo disminuyeron considerablemente. Ryan se apartó de mí, fue a cerrar el bolso que llevaba con sus cosas, se lo colgó al hombro y volvió a acercarse, tomando mi cara entre sus manos.

—¿A dónde vas? —pregunté antes de que dijera algo.

—No tan lejos —contestó, limpiando las lágrimas de mis mejillas con sus pulgares—. Si me necesitas no dudes en llamarme, Brielle. Pero escucha, sé que lo razonable sería pedirte que te alejaras de Calvin...

—Es lo que pienso hacer...

—Véngate de él, Bri —me interrumpió—. Confío en ti. Hazlo pagar por toda la mierda que nos ha hecho. Destrózalo.

Me dio un beso en la frente y entonces se fue, cerrando la puerta tras él.

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