fifty one.

1.6K 183 62
                                    

NASH BECKER

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

NASH BECKER.

Saqué la pistola de mi bolsillo trasero, apuntando directamente a la frente al tipo pelirrojo que acababa de cruzar la ventana. Brielle abrió los ojos de par en par y agarró las manos del chico, alejándolo lo más que pudo de mí, pero sin dejar de cubrirlo.

¿Acaso lo estaba protegiendo?

—Baja la pistola, Nash, no vayas a hacer algo tonto —dijo Brielle con la respiración agitada.

Contemplé su rostro durante un corto momento, sus ojos seguían muy llorosos y sus mejillas estaban tornadas de un color rosa. Tenía unas ganas enormes de agarrarla y abrazarla, pero la confusión era más grande.

—¿Quién...? ¿Qué...? —Me relamí los labios, tratando de quitarme a la rubia de la cabeza—. ¿Cómo que «cariño»?

No voy a mentir, realmente me asusté. Ese era mi mayor miedo al estar lejos. No quería que ella se enamorara de alguien más y se olvidara de mí, sería jodidamente doloroso.

—Está bromeando, no somos nada —explicó Brielle precipitadamente.

El chico parecía relajado. No pronunció ninguna palabra, se limitó a sonreír con cierta satisfacción y malicia, deslizando nuevamente sus manos por la cintura de Brielle, apegándola a él, mirando directamente mis ojos. Me estaba provocando.

—Basta, ya —dijo ella, haciéndose a un lado para esquivarlo.

—Vuelve a tocarla sin que ella quiera y te mato —lo amenacé, furioso, casi sintiendo el ardor de mi sangre.

—Bueno, mi amor —habló el tipo sin expresión en su voz, ignorándome por completo—, ¿me puedes explicar quién es el chico rudo y atractivo que me está haciendo dudar de mi sexualidad?

—¿Te estás burlando de mí? —gruñí.

—No lo sé, dime tú...

Él alcanzó a agacharse antes de que la bala que disparé le llegara a él. Brielle se llevó las manos a la boca, soltando chillido del susto.

—¡No seas tonto! —me gritó, y luego también al pelirrojo—. ¡Y tú cállate!

—Pero me gustaría obtener explicaciones —respondió él.

—Yo también —dije.

—Nash él es... —Brielle miró al chico, como si buscara las palabras para responder.

Lo observé también. Me fijé en su cabello rojo, su forma de actuar, sus ojos azules glaciales y la manera en que hablaba.

—¿Es un Jones? —pregunté con asombro.

—Sí, es...

—Soy el hermano de Jakob —contestó el tipo—. Mi nombre es Massimo, pero supongo que ya lo sabías porque soy bastante famoso...

—Eres un...

De verdad que lo iba a matar antes de que Brielle hablara con rapidez.

—Nash, no, por favor —dijo, juntando sus manos en un gesto de súplica—. Él es bueno... No, definitivamente no es bueno... Pero está de mi lado, no lo mates.

La miré con el ceño fruncido, pero bajé la pistola.

—¿Y quién es él? —preguntó Massimo—. ¿Cuál de todos?

—Es que ni siquiera sé cómo explicarte que es él —contestó Brielle, mirando el piso.

—¿Es él? ¿El él? —inquirió Massimo. Brielle asintió con la cabeza y el pelirrojo se acercó a mí con la mano estirada—. Oh, mil disculpas por el trato y mi falta de respeto, señor Becker. Siempre agradecí secretamente que mataras a muchos de los que trabajaban para mi hermano porque me caían súper mal y.... —Se interrumpió y giró hacia la rubia con cara de confundido—. Espera, cariño, ¿no que estaba muerto?

—Ese es el punto —respondió Brielle con la voz baja, pasándose una mano por el cabello.

Massimo frunció el ceño y se me acercó nuevamente, pero esta vez más rápido y de una forma desafiante.

—¿Te parieron o te cagaron? —me espetó.

—Ya empezaste —murmuró Brielle, dándose un golpe en la frente.

—¿Sabes todo lo que la hiciste llorar? —continuó Massimo, y solo me hizo sentir peor—. ¿Sabes lo mal que estaba ella por tu culpa? ¿Y apareces ahora, de la nada, apuntándome con una pistola como si yo fuera el que le hizo daño a Brielle?

Mi mano tembló, tuve ganas de dispararme a mí mismo.

—No es tu problema —contesté con frialdad, sin saber en realidad qué responder.

—Bueno, déjame decirte que todo lo que tenga que ver con la albina es mi problema.

—¡Que no soy albina! —exclamó Brielle—. ¿Puedes bajar eso, Nash?

—No tengo porqué darte explicaciones a ti —dije, cargando el arma con otra bala.

—Nash, por favor, no lo hagas —suplicó Brielle.

—Vamos, dispara. —Massimo agarró la pistola, poniéndola contra su propia frente—. A ver si tienes las agallas.

Brielle empujó a Massimo lejos de mí y me quitó la pistola, dándome un manotazo en la muñeca de paso.

—¿Pueden escucharme como personas civilizadas? —preguntó.

—Lo que digas, cariño —respondió Massimo, guiñándole un ojo.

—Basta —dije.

—¿Por qué? ¿Estás celoso? —inquirió Massimo, alzando las cejas.

Ya no lo aguantaba, realmente tenía unas enormes ganas de molerlo a golpes. Miré a Brielle y ella clavó sus ojos en los míos de forma suplicante.

—No malentiendas esto, Nash —dijo—. Este es solo un idiota que hace lo que yo quiero.

—Ya es costumbre que me traten mal, luego me ruegan piedad —masculló Massimo, dejándose caer en una silla.

—No somos nada, créeme —dijo Brielle, negando rápidamente con la cabeza—. Zanahoria, por favor dile.

Massimo la miró durante unos segundos.

—Es increíble lo manipuladora que eres —murmuró, y luego se dirigió a mí—. Muy bien, fiera, la albina y yo no somos nada así que guarda tus celos y siéntate para escuchar lo que sea que va a decir.

ErrorWhere stories live. Discover now