thirty eight.

1.7K 166 84
                                    

JESSE KNIGHT

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

JESSE KNIGHT.

Irónicamente, no me sentía del todo fatal encerrado. Estar en casa implicaba a cada segundo ver el lugar en el que mi mejor amigo había muerto, revivir la escena en mi cabeza y volver a sentir ese ardor en el pecho que me lastimaba más que nada. Implicaba ver a mi supuesto hermano, la persona que más odiaba en ese momento, y también vivir con el miedo de ser asesinado en mi propio hogar.

Las primeras dos semanas sí habían sido las más difíciles. Sufrí durante ese tiempo de síndrome de abstinencia, porque consumir marihuana era parte de mi rutina diaria y dejar de hacerlo tan bruscamente me había provocado ataques de pánico seguidos y demasiada fatiga. Ahí, en la cárcel, no tenía cómo fumar algo. El ingreso de drogas estaba estrictamente prohibido y cada dos días revisaban las habitaciones de los reos en busca de alguna sustancia.

No tenía compañero de celda. Siendo un presunto asesino, no me emparejaron con nadie. Mi rutina se basaba en ir a interrogatorios con la agente Brown, quien me caía bastante mal. Su humor solo me hacía desear reventar mi cabeza contra la mesa gris que siempre estaba frente a mí en esos momentos. ¿Lo peor? Era que ella sí me creía sospechoso por todas las cosas que le dije el día que arrestaron a mi bendito hermano.

En esa situación me encontraba en ese momento, pero al menos nuestra desagradable reunión ya había acabado y estábamos esperando a la llegada de mi abogada, ya que mis juicios comenzaban esa misma semana.

Mi madre cruzó la puerta de la sala y entonces me abrazó con fuerza. Casi me rompo en sus brazos, pero me resistí. Ella se giró hacia la agente Brown.

—¿Serías tan amable de dejarme a solas con mi cliente, Mary? —preguntó.

—Cinco minutos. —La policía simplemente se fue sin decir nada más.

Mamá me miró y tomó mi rostro entre sus manos.

—¿Por qué lloras, cariño? —preguntó.

—No estoy llorando —repliqué, agachando la cabeza—. Mamá, yo no maté a mi padre. Créeme, yo jamás...

—Lo sé —respondió—. Sé que no lo hiciste, mi amor. Pero a ti algo más te pasa.

—La pregunta es, ¿qué no me pasa? —susurré con sarcasmo—. Mamá, sé que debí habértelo dicho antes, pero no era capaz. Ni siquiera yo soy capaz de soportarlo y esto me vuelve loco, de verdad, porque me siento tan culpable por lo que pasó. Tengo pesadillas todos los días respecto a eso y ya estoy harto... No quiero seguir sintiéndome así. No quiero seguir sintiendo nada, mamá...

—Jess, respira. —Ella colocó sus manos sobre mis hombros, acariciando mis brazos—. ¿Qué es eso que te atormenta, cariño?

—Isaac —respondí, presionando los ojos—. Isaac murió, mamá.

Me di la vuelta, dándole la espalda. No era capaz de ver su rostro después de lo que acababa de decirle. Pero su reacción fue diferente a lo que esperaba.

ErrorWhere stories live. Discover now