Todos alguna vez hemos cometido errores, pero nunca tantos como los que se cometieron en esta historia.
Con una hermosura angelical y un carácter fuerte, Brielle Monroe es una chica víctima de una vida agitada y rutinaria gracias a que su madre camb...
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Presente.
Cuando abrí los ojos no me encontraba en el mismo lugar en el que me dormí, junto a Calvin en una cómoda cama. Ahora estaba incómoda, me dolía la espalda y la cabeza. Lo primero que vi fue la chimenea encendida frente a mí, lo que me hacía sudar al estar tan cerca. Intenté moverme para salir de ahí, pero caí en cuenta de que estaba fuertemente amarrada a una silla.
—¡Calvin! —grité.
Él apareció por mi lado y se puso frente a mí.
—Quiero hablar contigo —dijo.
—¿No podías haberme invitado a salir mañana? —pregunté, furiosa—. Sácame de aquí, Calvin, o cuando lo haga por mi cuenta, voy a matarte.
—¿Así como mataste a mi padre? —me espetó.
No pude evitar soltar un chillido ahogado, sorprendida de verdad.
—¿Cómo lo...?
—No puedo creerlo —murmuró él—. De verdad no puedo creerlo, Brielle. Y ni siquiera te molestas en negarlo.
—Sácame de aquí, Calvin.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó.
—Porque era un asqueroso de mierda —respondí, sintiendo mis mejillas arder de lo enojada que estaba—. Él merecía morir por todas las cosas que hizo.
—No entiendo por qué confié tanto en ti.
—Porque todos cometemos errores —repuse.
Calvin sacó un cuchillo de su bolsillo trasero y ahí sí que me asusté. Intenté mover mis manos, pero al no lograr hacerlo, busqué mi anillo cortante. Fue ahí cuando me di cuenta de que me lo había sacado.
—Por favor, Calvin —supliqué de forma falsa, forzando lágrimas—. Sácame de aquí... Podemos llegar a un acuerdo, no lo sé... Yo... Yo lo siento, de verdad lo siento mucho.
Si todo el último tiempo lo había tenido comiendo de la palma de mi mano, podría lograr algo. Era lo único que podía hacer, no me importaba hasta qué punto llegara.
—¿Quieres que te perdone? —preguntó con incredulidad, inclinándose frente a mí.
—Sí. —Asentí rápidamente con la cabeza, sintiendo una lágrima bajando por mi mejilla—. Por favor, quiero que... que entiendas que me arrepiento muchísimo.
Calvin me miró unos segundos antes de ponerse de pie nuevamente. Agarró mi mentón entre sus dedos y levantó mi rostro, deslizando su palma hasta mi cuello. El cuchillo que tenía en la mano hacía un recorrido por mis facciones, acariciando suavemente mi mandíbula con la fría punta de éste, luego pasándola por sobre mis labios. Intenté que no se notara mi respiración tan irregular, haciendo un esfuerzo por no escupirle en la cara al ser impulsiva.
