thirty four.

1.6K 165 124
                                    

JESSE KNIGHT

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

JESSE KNIGHT.

—¿De verdad? —pregunté con asombro.

—Ajá. —Brielle asintió con la cabeza, secándose las lágrimas que se habían deslizado por sus pálidas mejillas—. Yo tenía dos años cuando mi madre lo tuvo con su segundo esposo. Él se quedó con la custodia, pero poco tiempo después lo mataron..., y ahí pasó todo. Era mi hermano y..., y no lo supe hasta ahora.

Observé cómo Ryan abrazaba a Brielle por los hombros, acariciando su cabello rubio. Odiaba verla triste, porque de esa forma yo también me sentía mal.

Todavía no podía creer que Isaac estaba muerto y tampoco quería creerlo. Ya había pasado una semana desde todo lo ocurrido y seguía doliendo igual que el primer día.

Me saqué un paquete de papelillos del bolsillo y miré a un costado en un intento de no ponerme a llorar. Calvin estaba sentado sobre la mesa de pool, mirando a través de la diminuta ventana del sótano, moviendo sus piernas de forma muy inquieta.

—¿A ti qué te pasa? —pregunté con brusquedad.

—Nada —contestó, calmado—. Estoy cansado de esta tobillera.

Nunca supimos por qué nos habían soltado a Brielle, a Ryan y a mí. Los policías no habían dicho nada al respecto, y la tobillera de Calvin no se había movido ni un centímetro como para soltarlo. Estaba seguro de que él se encontraba a punto de volverse loco por estar encerrado tanto tiempo.

—¿Saben? —comentó Brielle unos minutos más tarde, tras calmarse un poco—. Tengo tantas dudas. ¿Cómo mierda supo Jones la ubicación de la casa?

Me quedé mirándola unos instantes, pensativo, porque era cierto. Siempre habíamos tomado estrictas medidas de seguridad para que nadie supiera dónde vivíamos. Para las pocas fiestas que hacíamos, siempre inventábamos el cuento de que era una casa de vacaciones solo para hacer ese tipo de "reuniones".

—No tengo ni idea —respondí, encendiendo un cigarro.

Estaba consciente de que después de la muerte de Isaac mi adicción a la hierba había empeorado mucho. Desayunaba, almorzaba y cenaba un cigarro. Pero era lo único que me calmaba y despejaba mi mente de los malos pensamientos, no era algo que podía controlar.

—Deja esa mierda —me regañó Calvin—. Te hace mal.

—De algo hay que morirse —contesté.

Brielle se restregó los ojos mientras se sentaba junto a mí, apoyando la cabeza en mi hombro, con la vista fija en la televisión, donde daban uno de esos programas donde la gente acumulaba dinero por responder preguntas estúpidas. Pasé un brazo por sobre sus hombros para abrazarla. Intercambié miradas con Calvin, que se puso de pie y salió del sótano.

—¿Quieren comer? —preguntó Ryan—. Si quieren puedo cocinar algo que realmente nos alimente.

—Está bien —murmuró Brielle.

ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora