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Alexandra Broome

¿Roja o negra?

Negra, el negro te queda mejor.

¿Seguro?

Si, patrona.

Tomé la falda negra y me fui al vestidor de la tienda para probarmela.

La falda era bonita, era de cuero y negra, me llegaba por encima de las rodillas y tenía una pequeña abertura por mi muslo, dejando a la vista un poco de mi piel clara.

Cuando me la coloqué, me ví en el espejo que había en el probador. Me veía bonita con ella, si, pero, ¿qué dirían las personas de cómo me vestía? Dirían que parezco una ofrecida por llevar esa falda. La falda resaltaba mis curvas, y mis piernas se veían muy bien pero... ¿no me veo como una cualquiera?

De pronto, un recuerdo vino a mi mente.

Sonreí ante el espejo, dando vueltas, viendo como la falda me quedaba muy bien.

Era una falda blanca, que me llegaba por encima de las rodillas y tenía unos botones dorados.

Me quedaba muy bien y así quería ir a casa de Sophia, a su cumpleaños.

Me coloqué bien la blusa negra, tomé mis cosas y salí por la puerta de mi habitación. Mientras iba por las escaleras, ví que mi padre estaba en la sala, sentado en el sofá, viendo la tele. Veía el juego de fútbol, con una lata de cerveza en la mano.

Mi ánimo se vió afectado al ver que estaba tomando y que el alcohol ya le estaba haciendo efecto.

Tragué saliva, nerviosa, y empecé a bajar las escaleras. No me gustaba cuando mi papá estaba tomado, no me gustaba las actitudes que tomaba, en absoluto.

Mis manos sudaban cuando llegué al sofá. Pretendí pasar desapercibida, pero mi papá me detuvo con su voz.

—¿Dónde está tú madre?—. Preguntó arrastrando las palabras.

Yo me paré, a un lado del sofá y miré mis zapatos.

—N-No l-lo sé—. Dije balbuceando, al instante, me maldije mentalmente por eso. Odiaba balbucear, me veía patética y como una estúpida.

Y, claro, mi papá no dudaría en resaltarlo.

—¿Por qué hablas así? Pareces estúpida—. Dijo, hablando con pesadez—. ¿Y Claudia? ¿Dónde está?

Yo tragué de nuevo saliva.

—E-está en... casa de... de una ami-amiga—. Le dije, jugando con mis manos y sin levantar la mirada.

Sabía que si levantaba la mirada, vería los ojos azules de mi padre mirarme con burla, fastidio e irritación.

¿Tanto molestaba en su vida para qué me viera de esa forma?

¿Así iba a ser siempre?

¿En serio era tan patética y estúpida?

Si mi padre lo dice es por algo, ¿no?

—Joder, te dije que no hables así, estúpida—. Dijo de nuevo. Yo levanté la mirada, cuando mi padre por fin se dignó a mirarme. Me miró de arriba a abajo y colocó una mueca de asco—. ¿A dónde vas vestida de esa forma?

Yo miré de nuevo mis zapatos.

—A casa de Sophia, hoy es su cumpleaños—. Sonreí. Elevé la bolsa de regalo que llevaba y se lo mostré—. Este es su regalo.

Me Enamoré De Un Desconocido (Desconocido #1)✓Where stories live. Discover now