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Me gustas, me gustas,
Y negarlo ahora no es cosa justa.

Me enamoré, me enamoré,
Y eso simplemente me asusta.

Te llego a amar,
¿Como fue qué esto llegó a pasar?

De tí, mi corazón es.
No me falles tú, está vez.

Simplemente no sé que hacer,
Solo sé que te quiero ver.

Y sí algún día nos vemos,
no dudes en robarme miles de besos”
~Fabi Suárez~


Max Strauss

—¿Galletitas de corazón?—murmuró Joe, para luego arrugar la nariz y mirarme con burla—. Eso es muy cursi.

Giré mis ojos, al tiempo que colocaba el libro «Rabia» de Stephen King en su lugar en mi estante de libros. Joe se encontraba en mi habitación, sentado en un sillón que había cerca de la cama y observaba todos mis movimientos. Sinceramente, no sé cómo rayos él llegó hasta aquí y empezó a hablar conmigo. De hecho, no sé cómo terminé contándole que hoy Alex vendría a mi casa y haríamos galletas. SÍ, galletas con forma de corazón. Un tanto cursi, pero, oh, vamos, haría cualquier cosa por ver feliz a mi chica.

Mi chica. Que bien suena eso y, por lo bien que suena, no dejo de repetirlo una y otra vez en mi cabeza. Mi chica. Mi chica. Siento el típico cosquilleo en el estómago al recordar cómo le pedí que fuera mi novia. Me da mucha gracia el recordarlo, puesto que parecía que le iba a pedir matrimonio, y estoy segura de que ella pensó lo mismo por la expresión que surcó su rostro. Tampoco puedo evitar recordar cómo la hice decir mi nombre con sólo tocarla una y otra vez, y el como su cuerpo era tan perfecto bajo la luz de la luna. Era divino, y las cicatrices en su brazo y pierna le daban un toque único.

Suspiro.

Cállate, eres muy cursi.

Cállate tú.

Sus ojos no puedo sacarlos de mi mente, no puedo olvidar el como resplandecieron cuando me dijo que sí... Y, oh, sus dulces palabras que intentaban consolarme. Ella es un amor, es tan buena, siempre ha sido una estrella brillante. Es de esas estrellas que brillan en el cielo, que muchas personas notan y otras ignoran, pero que siempre permanece ahí, brillando, sin importar quién la admire o no.

—Lo dijo el que le propuso matrimonio a mi hermana en su habitación—me burlé, girandome hacia él y tirandome en la silla giratoria de mi escritorio, frente a la computadora.

Sí, señores, Joe y mi hermana se iban a casar.

Joe me fulminó con su mirada y yo estiré una sonrisa burlona. Él frunció el ceño.

—No me siento para nada ofendido, de hecho, se lo pedí porque estaba desesperado por hacerlo... No sabes cuánto amo...

Ondeo mi mano de un lado a otro, pidiendo que parara de hablar y negué con mi cabeza.

—Shhhh, vas a hacer que vomite arcoíris de tanta cursilería—murmuré, girandome hacia la computadora y abriendo el archivo que tenía guardado allí—. Ya te puedes ir, por cierto.

Escuché como Joe se levantó de su puesto y se acercó a pasos lentos a mí, hasta colocarse a mi espalda. No quería tener una discusión con Joe—no les recomiendo discutir con abogados—pero si no se largaba ahora mismo, empezaría a atacarlo.

—¿Por qué? ¿Vas a ver porno y no quieres que te vea?—insinuó, incluso, sin poder verlo, supe que tenía una sonrisa en el rostro.

Giré los ojos, dandole clic al archivo. Se abrió de inmediato, mostrando las palabras que llevaba días escribiendo. Sonreí un poco al ver la primer palabra. «Mi chica». Sí, lo admito, este es uno de mis secretos. Escribo en Word, escribo todo lo relacionado a lo que vivo con Alexandra, a mi vida, a todo lo que me rodea... Escribo mis pensamientos, mis temores, mis miedos, mis sueños... Rotos y mis ideas frustradas. Escribo todo lo que sea allí, es como un tipo de diario digital, que quedará por siempre aquí.

Me Enamoré De Un Desconocido (Desconocido #1)✓Where stories live. Discover now