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Max  Strauss

—¡Entonces, vamos!—exclamó con emoción la pelirroja a mi lado, aferrada a mi brazo.

Rio en voz baja, dejándome llevar por la pequeña chica. Sí, le digo pequeña chica porque me llega al pecho, es super pequeña. Alexandra me guía por toda la tienda, mientras vemos muchas prendas a nuestro alrededor. Me muerdo el labio inferior, mientras veo e intento decidirme entre tanta ropa.

Veo una sudadera gris, que me gusta mucho, freno a la pelirroja y ella se detiene con una sonrisita en el rostro.

—Creo... que ya me he decidido—le informé.

Ella se soltó de mi brazo y cruzó los suyos, mirándome con una ceja enarcada.

—¿Ah, sí? No me digas que es esa sudadera fea, ¿o sí?—dijo señalando con la cabeza la sudadera que había visto.

Me cruzo de brazos, mirándola con una ceja enarcada también.

—Bueno, si, es esa sudadera...

—¡Oh, vamos, Max! Elige algo mejor—me interrumpió Alexandra. Miró a su alrededor, y creo que vió algo que le gustó, porque sonrió y me volvió a mirar—. Allá hay algo bonito. ¡Ven, vamos, sé que cambiarás de opinión!

La chica me volvió a tomar del brazo, jalandome con ella. Parecía una niña pequeña, y no lo decía por su tamaño, lo decía porque se sonreía demasiado, se mostraba alegre y feliz, daba pequeños saltitos como niño con juguete nuevo.

Ella estaba feliz, y me gustaba un poco saber que yo era el causante. Me agradaba la idea de que ella a mi lado fuera feliz, me mirara alegre y no con lástima, como lo hacían otras personas. Su felicidad era una de las razones por las que no le debía contar mi secreto, sé que debería porque ella está involucrada pero, la verdad, no quiero, no puedo...

—¡Max, mira!—. La voz de la chica me sacó de mis pensamientos. Miré en dirección a la chica, que veía una camisa de mangas largas de cuadro rojos.

La tela era de cuadros rojos, era suave y era de botones. Mi nariz se arrugó automáticamente.

—Lo siento, Alexandra, pero... no me gusta. No es mi estilo—admití. La prenda estaba bonita, pero a mí no me gustaba.

Alexandra bufó.

—Vamos, te quedaría super bonita—me animó.

Yo negué.

—No.

—Que sí.

—Que no.

—Que sí.

—Que no.

—Sí.

—No.

—Sí.

—Sí.

—No... espera, ¡dijiste qué sí!—exclamó, dando pequeños saltitos.

Yo la miré con el ceño fruncido.

—¿Qué? No, no—empecé a negar al ver como tomó la camisa y me tomaba del brazo para ir a los probadores—. No, no quiero.

Ella se dió la vuelta, mirándome desafiadamente. Ay, no.

Viene el regaño del año.

Yo no me dejó dominar por nadie.

Claro, ya veremos dijo el ciego.

Me señaló con su dedo índice.

—Mira, tú te pondras esto porque sí y dejarás ese estilo de un maldito fuckboy que te cargas—dijo amenazante. Yo entreabrí los labios, sorprendido. Ella sonrió de oreja a oreja con inocencia—. O te pones esto—elevó la prenda—o te jodes.

Me Enamoré De Un Desconocido (Desconocido #1)✓Where stories live. Discover now