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Alexandra Broome

Navidad.

¿Cómo se dice en este día?

Oh, sí.

¡Feliz navidad y próspero año nuevo!

Giro mis ojos, negando con mi cabeza, mientras marco una vez más al teléfono de Max.

Sí, estoy borracha ¿y qué? Necesitaba, así fuera por un momento, olvidarme de toda la mierda que es mi vida. Necesitaba dejar de pensar con claridad, que la vocecita en mi cabeza se callara unos minutos y que dejara de repetir que mi padre se había suicidado por mi maldita culpa. Aprieto mis dientes y me llevo el vaso de vodka a mis labios. El sabor arde en mi garganta y cierro mis ojos.

No, no fue mi jodida culpa... O tal vez, si. Tal vez, sí le hubiese dado permiso de entrar nuevamente a mí vida, estaría vivo, de pie, recuperándose. Pero, tienen que entenderme, no le podía dar ese permiso todavía... No cuando él fue el causante de todas mis heridas, no cuando él fue quién me hizo sangrar, y mucho menos, cuando estaba comenzando a sanar.

Oh, Dios, mi vida es toda una completa mierda en estos momentos.

Mamá se encuentra en su habitación, descansando, puesto que, le tocó trabajar el día de hoy. Llegó a las siete de la tarde, apenas estuvo con nosotras en la cena navideña, aunque hubo un gran silencio en ella. Mamá estaba triste por la muerte de papá, pero lo podía llevar con calma. En cambio, Claudia se veía jodidamente mal. Lloraba continuamente y sí, ella también se culpaba por la muerte de Richard.

Pues resulta que, mi hermana, no le dió tampoco la oportunidad de entrar a su vida. Hizo lo mismo que yo, no quería abrir esa herida de nuevo... Y por eso, papá había muerto.

Tomo aire, cuando la contestadora me sale por quinta vez y dejo el teléfono sobre la mesa a mi lado. Ya sé cuál fue una de las motivaciones de papá para sanar, para recuperarse... Fue una mujer, una mujer que lo quería ver bien, que estaba dispuesta a ayudarlo y por la cuál, papá estaba dispuesto a cambiar. Dicha mujer asistió a su entierro y se acercó a Claudia y a mí. Y nos habló, nos habló de como conoció a Richard y la tristeza que le daba ver su estado. También de cómo se quejaba de sus hijas, por lo que, decidió ayudarlo. Y no fue algo que ocurrió de un día a otro, llevaban semanas conociéndose, sólo que Richard había aceptado la ayuda hace poco...

«¿Y sí hubiese aceptado sus disculpas?»

Las acepté, pero no a él.

Le deseé lo mejor, ¿y qué pasó?

Terminó muerto.

Sí tan sólo yo...

No, debo dejar de pensar en ello.

Miro el teléfono en la mesa a mi lado y suelto un suspiro. Necesito a Max, quiero a Max. ¿Dónde está? Tampoco es que sea su obligación estar a mi lado pero... quisiera uno de sus abrazos y que me susurre al oído que todo estará bien.

Pero, ¿por qué simplemente las cosas no son como queremos?

«Tal vez, porque el destino no lo quiere... »

Estos días fueron una total tortura. Claudia y yo nos tuvimos de apoyo, y también tuvimos a mamá pero... no hacían que me olvidara del dolor unos momentos y la culpa... Oh, la culpa era un maldito sentimiento que, por más que intentara, no se iba.

Y deseaba que Max estuviera aquí, quería que me reconfortara y me hiciera olvidar... que me ayudara a fingir que nada dolía.

Oh, Dios.

Pero, Max llevaba días sin aparecer y, maldita sea, ya no sabía que hacer.

Termino mi vaso de vodka de un trago y me sirvo otro. Me encuentro en la sala de mi casa, sola, ya que Claudia se ha encerrado en su habitación después de la cena. Esto es tan... triste que duele.

Me Enamoré De Un Desconocido (Desconocido #1)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora