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Max Strauss

Suspiro, elevando mi rostro para que el fresco aire de la tarde tenga más acceso a la piel de mi rostro. Aprieto las manos en los barandales de mi balcón, ladeando mi cabeza para abrir mis ojos. Bajo mi vista hasta mi jardín trasero, apreciando las múltiples de plantas, flores, rosas y arbustos que hay plantados. Eso me saca una sonrisa triste al recordar a mi madre.

Ojalá ella estuviera aquí... Aunque, creo que no sería lo mejor, así ella no sufriría como yo lo hago.

Frunzo los labios, pensando en la sonrisa de aquella pelirroja. Han pasado dos días desde que la ví, no he querido hablar con ella después de que me fuí como todo un cobarde. Y, no, no fue por ella, o por su padre, fue por mí, tal y como se lo expresé. Me alteré demasiado al ver mi labio roto, muchas escenas horribles pasaron por mi mente, y no quería que Alexandra notara mi inquietud. Sé que debo enfrentarla, aunque parezca cobarde de mi parte, no puedo.

Mierda, si soy un cobarde...

Pues claro, eres hombre...

¿Eh?

Bien, ignorando a la idiota de mi conciencia, sigo con lo que decía. No he visto ni siquiera mi teléfono en una semana. Sí, una semana, porque lo he perdido. Sí, yo, el Dios del Olimpo ha perdido su preciado teléfono y no sé como. Sólo sé que al llegar a mi casa la mañana siguiente de la fiesta, no tenía teléfono.

Oh, esa es otra cosa, la noche del sábado y mi horrible fiebre. Yo creo que lo que me dió esa chica que, obviamente, estaba drogada hasta la médula, tuvo que ver. El alcohol no me había afectado tanto desde hace tiempo, estoy en una etapa donde ya ni siquiera me importa si el maldito alcohol me hace o no daño. Pero, esa noche, me preocupé mucho cuando empecé a sudar frío y a tener fiebre y todo en frente de la pelirroja.

Suspiro, masajeando mis sienes. Me fuí a la mañana siguiente porque la fiebre había subido. Había buscado a Leslie dentro de toda la casa, al encontrarla en el auto de Joe, los tres nos fuimos. Ella preocupada, Joe tenso y yo sudando de tanta fiebre. No quería despertar a la pelirroja y preocuparla por culpa de mí....

Niego con la cabeza, alejando esos recuerdos. Quiero verla, pero, ¿estará ella molesta conmigo? Creo que debería, fue muy estúpido de mi parte haberme ido de esa forma. He estado acostumbrado a alejar a las personas de mi vida, por el miedo a lastimarlas. Intenté hacer eso con Alexandra pero... Mierda, esa chica ha causado muchas cosas en mi interior. Ella hace que me olvide de mi triste realidad. Así sean segundos, minutos y horas los que pase a su lado, siempre serán los mejores.

Sin duda, Alexandra Broome es todo lo que está bien. Ella es como un maldito sueño del cual no quiero despertar, sólo perderme en él.

Lo triste es que.... Todo terminará en una pesadilla.

Siento un mareo, por lo que bajo mi rostro, dejando que varios mechones de cabellos caigan en mi frente y uno mis manos, suspirando. Cierro los ojos, esperando a que el mareo pase.

Después de unos segundos, el mareo pasa y abro los ojos.

—¿Max? ¿Dónde estás?—la voz de Leslie dentro de mi habitación me hizo girar la cabeza hacia donde se encontraba ella. Al verme en el balcón, se acercó a las puertas de cristal, las abrió pero no se acercó a mí, se quedó ahí en el umbral de la puerta con una sonrisa.

—¿Qué pasa?—le pregunté, girando sobre mis talones, apoyando mi espalda en el barandal y cruzando los brazos sobre mi pecho.

—Jayson y Karla están aquí. ¿Quieres verlos?—me dice, señalando con su cabeza dentro de la habitación.

Sonreí ligeramente, elevando las cejas y moviendo el peso de mi pie izquierdo al derecho.

—¿A esos idiotas?—dije sarcásticamente—, claro que sí.

Me Enamoré De Un Desconocido (Desconocido #1)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora