40

38 8 0
                                    

Alexandra Broome

01 de enero. Mi cumpleaños. Oficialmente, tenía 19 años.

Los fuegos artificiales hicieron acto de presencia en el cielo oscuro y no pude evitar estirar una sonrisa de nostalgia. Cuando estaba más pequeña, pensaba que los fuegos artificiales siempre eran en mi honor, por mi cumpleaños y papá aseguraba que era así. Tomo aire con fuerza e inclino mi cabeza hacia atrás, de manera en que la brisa fría se cuele por mis poros y desordene un poco mi cabello.

Año nuevo. Mi cumpleaños.

¿Qué cosas habían pasado antes de llegar aquí?

Demasiadas, pero la más reciente era la muerte de papá.

Sentía aún un nudo en el pecho y en la garganta al recordar tan fatídico día. A pesar de los errores que cometió, me dolió su muerte, claro que le lloré. A pesar de todo, el quiso cambiar, o eso quiero creer. No estoy segura de sí sus intenciones eran buenas, después de todo, creer en Richard era difícil... Pero yo elijo quedarme con la idea de que él iba a cambiar, de que decía la verdad... De creerle. Y me quedaría con la imágen del padre que yo conocí, ese que consideré un superhéroe por un tiempo.

Ese sería mi padre por siempre.

Todos los presentes en la mesa se levantaron, con sonrisas grandes en el rostro y yo no pude evitar que mis ojos ardieran. Estaban todos aquí conmigo, todos los que quería que estuvieran presentes. Habíamos pasado lo que quedaba del último día del año en el jardín de mi casa, sí, en compañía de mis amigos y familia.

Dirigí mis ojos hacia mamá, quién estaba a mi derecha con una dulce sonrisa. Amelia Jason. Ella me lanzó un beso y yo no pude evitar la sacudida que dió mi corazón. Mamá y yo logramos sanar, salir de todo en lo que Richard nos había hundido. Ella superó sus inseguridades y todo los miedos que le dejó mi padre... Y uno de los resultados de aquello era el hombre que se encontraba a su lado, el señor Erick Mason. Éste me miraba con cariño, y yo me sentí feliz de que formara parte de la familia. Se había ganado mi respeto y cariño, aunque, nunca podría llamarlo papá.

Deslicé mis ojos, entonces, a mi izquierda, dónde se encontraba Claudia Broome con lágrimas en los ojos y una sonrisa de felicidad. ¡Ella estaba que lloraba! No pude evitar soltar una pequeña risa entre dientes. Ella aprendió también a dejar sus miedos, a dejar de complicarse por como estaban los demás a su alrededor y que primero estaba ella y después las otras personas. Claudia antes no se preocupaba por sí misma, sólo por los demás, y creo que, con el tiempo, aprendió a hacerlo.

Miré a su lado, dónde se encontraba su novio, Joseph Robinson, quién estaba de brazos cruzados y me miraba con una pequeña sonrisa en labios. A pesar de lo cotilla que era, me alegraba de tenerlo como cuñado.

Suspiré y miré a mis amigos, Michell Fox, Sophia Adams y Aaron White. Los dos pelinegros se encontraban del lado de Claudia, a mi izquierda, con copas en las manos y con unas miradas y sonrisas de orgullo. Michell, que se encontraba del lado de mamá, me miraba con un cariño extremo y sostenía un vaso rojo en manos. Ella me sonrió cuando clave mis ojos en ella. Amigos. Ellos me enseñaron que era la lealtad y que no estaba mal confiar en otras personas. Ellos me enseñaron a quererme y querer a otros. Ellos me enseñaron que los amigos no sólo estaban para salir de fiesta, sino también para prestar su hombro para llorar y darte consejos y ayuda cuando más lo necesitaras. También estaban para brindar abrazos y apoyo.

Me Enamoré De Un Desconocido (Desconocido #1)✓Where stories live. Discover now