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Alexandra Broome

«Burning love» del poderoso Elvis Presley suena en mi habitación mientras bailo sola, moviendo mis caderas de lado a lado al ritmo de la música, al igual que mis hombros. Dios, como amo esta canción, es magnífica... Bueno, todas las canciones de Presley son maravillosas. Y el que se atreva a decir lo contrario, que Dios lo reprenda.

Esto es felicidad absoluta, en serio. Escuchar mis canciones favoritas en mi habitación mientras bailo como una loca demente me llena de felicidad, es simplemente... Increíble. Me siento libre, me siento yo.

Con la música puedes olvidar todo a tu alrededor, tus problemas, los que no son tus problemas, tus deberes, tu celular... Al mundo entero, en realidad.

Pero, claro, toda felicidad es interrumpida en algún momento. Y la mía es interrumpida cuando tocan a mi puerta.

Suelto un bufido, molesta, pausando la canción en mi teléfono. Me hago un moño flojo en el cabello y camino hasta la entrada. Tomo la perilla y la giro, abriendo la puerta.

—¿En serio te atreves a molestar mi hora de canciones y bail...?—me interrumpo a mí misma cuando me encuentro con esos ojos azules brillantes, que me miran con diversión. Frunzo el ceño—. ¿Aaron?

¿Qué hace el raro aquí?

¿Raro? ¿Qué dices?

—El mismo, querida—extiende una sonrisa en sus labios&. ¿Puedo pasar? O... ¿Seguirás en tu sesión de canciones y bailes?

Giro los ojos, sonriendo, mientras abro más la puerta y me hago a un lado para que el pelinegro pase.

—Adelante, idiota—murmuro, y la carcajada de él no se hace esperar. Cierro la puerta, mientras Aaron se sienta en la silla giratoria de mi escritorio—. ¿Quién te dejó pasar?

—Tu hermana, Claudia—responde, con su vista recorriendo toda la habitación—. Su novio me dió una mirada muy curiosa, ¿eh?

Es un entrometido, que cuñado más cotilla nos tocó.

—Joseph es un chismoso—mascullo, negando con la cabeza. Me acerco un poco a Aaron—. ¿Qué haces aquí?

Aaron dirige su vista a mí, enarca una ceja oscura y sonríe. Aaron, en realidad, es muy guapo, y su sonrisa lo hace lucir atractivo.

—Vine a visitarte, tengo semanas sin verte y... Extrañaba a mi mejor amiga—sin avisar, me jala del brazo hacia su cuerpo, causando que caiga sobre él. Aaron me envuelve en sus brazos en un abrazo asfixiante y me revuelve el cabello con su mano.

—¡Idiota, me estás desordenando el cabello!—chillo, intentando liberarme de su agarre, pero Aaron es más fuerte que yo, por lo que no me es fácil soltarme.

—¡No me llames idiota o te haré cosquillas, enana!—exclamó él entre risillas.

Estoy sentada en su regazo como si fuera un bebé, él me sostiene por los brazos con una mano, mientras con la otra me desordena el cabello.

—Enana tus nalgas—mascullé, él no paraba de carcajear—. Atrevete a hacerme cosquillas y te cortaré las manos... ¡AARON WHITE, NO!

Las cosquillas no, ¡mierda!

Tarde, Aaron ya estaba haciendome cosquillas, y mis risitas no se hicieron esperar. Golpee sus brazos con mis manos, sin parar de reír. Dios, odio a Aaron, pero es como si fuera un hermano para mí...

—¿Ves? Hace mucho tiempo que no te escuchaba reír de esa forma—paró de reír para sonreír, feliz.

Yo ya no podía respirar de la risa.

Me Enamoré De Un Desconocido (Desconocido #1)✓Where stories live. Discover now