39. Parte 1

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Alexandra Broome

Año nuevo.

Ya hoy era el último día del año, en el cual las personas lloraban de nostalgia, otras reían de felicidad, otras trabajaban hasta que su reloj marcara las 12 del nuevo año, algunas lo pasaban en familia y... Algunas otras, en el cementerio.

Eran las siete de la noche de un 31 de diciembre, y yo me encontraba bajo la brisa fría, sentada en la nieve que mojaba mi ropa, con una rosa blanca en manos y con la mirada perdida en la tumba de mi padre. Su nombre parecía brillar con la nieve que tenía encima.

Una lágrima corrió por mi mejilla, pero no la limpié.

Solo la luna me observaba en esta noche fría y decembrina, puesto que no habia nadie a mi alrededor, me encontraba sola, pero con una extraña sensación de ser vigilada. Supongo que lo sentia así porque solo la luna me observaba desde el oscuro cielo lleno de estrellas.

Suelto un suspiro, tirando la rosa sobre la tumba de Richard.

Mis sentimientos por él son tan confusos, me duele todavía su muerte, mi corazón se encuentra todavía roto, pero mi mente se niega a sentir lástima por la muerte de mi papá, algo que no entiendo en absoluto. Mi pecho aún se aprieta al recordar tan trágico día, pero mi cabeza me dice que no debo sentir nada por ello, que yo a él no le importaba en lo absoluto, que era un manipulador, y que, tal vez, solo fingió todo lo que hizo ese dia...

Pero, ¿por qué si no me quería, me repetía una y otra vez que era mi héroe de pequeña? ¿Por qué juraba que no permitiría que nadie me haría daño sí era un vil mentiroso? Miro mis manos, torciendo mis labios. ¿Qué pasaba por la mente de mi padre? Siempre lo quise entender.

La culpabilidad sigue allí, pero intento ignorarla, intento hacer de cuenta que nada de lo que pasó es mi culpa. Porque eso sólo me lastima. Mi terapeuta ha dicho que es normal que me sienta así, pero que no permita que el sentimiento se apodere de mi, porque nada es mi culpa.

Elevo la mirada de nuevo, observando el nombre escrito en la lápida de mi padre.

—¿Sabes? Siento que me estarías llamando estúpida por estar llorando aquí frente a tu tumba, frente a un pedazo de concreto que solo tiene tu nombre tallado-digo, abrazándome a mi misma por el frío que siento. Encojo levemente mis hombros-. Y, tal vez, quizá, sí lo sea... Pero me vale un pepino si eso es lo que pensarías. Me hiciste mucho daño, es cierto, pero cuando te dije que no te quería ver más cerca de mi... No me refería a esto—las lágrimas bordearon mis ojos, y las permití salir, sintiendo un pinchazo en mi pecho—. Yo me refería a que cambiaras. Tenía la pequeña esperanza de que cambiaras, reflexionaras y te dieras cuenta de tus errores—susurré lo último con pesar—. Fuiste una mala persona, pero prefiero quedarme con los recuerdos de nosotros jugando a las cartas con mi hermana; cuando tú me hiciste sopa en una ocasión porque estaba enferma; cuando nos compraste a mi hermana y a mí muñecas diferentes para no pelear por una misma; cuando te dejabas maquillar por mí; cuando me... Abrazabas diciendo que eras mí héroe—cerré mis ojos, soltando un sollozo-. Cuando decías que yo era tu princesa, que me querías y que no permitirías que nadie me hiciera daño.

«¿Todas esas palabras dichas por tí, fueron solo mentiras?»—cuestioné en voz baja, abriendo los ojos y evitando responder la pregunta en mi cabeza. Estiro una pequeña sonrisa en mis labios—. Sí, esperaba que cambiaras, pero creo que ese fue mi mayor error... esperar mucho de tí, cuando no querías darme nada.

Pasé el dorso de mi muñeca por mi nariz, y limpié unas cuantas lágrimas, suspiré nuevamente.

—He venido aquí para pedirte perdón de nuevo-entrelacé mis manos sobre mis piernas—. Te pido perdón porque te tuve en un trono dónde debía estar yo, dónde solo tenía que preocuparme por mí y no por lo que tú dijeras o pensaras-apreté mis labios—. Odié la nueva versión de tí que me mostraste, por eso, me quedo con la vieja, con la primera que me enseñaste. Y esa será la que siempre permancerá en mi mente—coloqué mi mano sobre su lápida, pasando un dedo por su nombre tallado—. Me despido de tí hoy, porque aspiro sanar todo lo que dejaste en mí y para eso, tengo que decirte adiós.

Me Enamoré De Un Desconocido (Desconocido #1)✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora