16

57 16 8
                                    

Alexandra Broome

Sus ojos verdes me miran con admiración. Sus ojos son verdes grisáceos, casi parecidos a los míos. Su disfraz hace que se vea hermoso, su pecho descubierto me deja ver los tatuajes falsos. Luce...luce tan perfecto. Es alto, muy alto. Su cabello está desordenado, tiene ligeras ojeras y una sonrisa en el rostro.

Acaricia mi mejilla, mientras yo lo miro, apreciando cada detalle de su hermoso rostro. Es...esto es increíble, ¡tengo frente a mí a Max! Al Max con que siempre hablaba por llamada o mensajes. ¡Sí, a ese Max que tengo agendado como Dios del Olimpo!

De pronto, él frunce el ceño, quitando su mano de mi mejilla y pestañeando varias veces.

Frunzo el ceño.

—¿Estás bien?—. Le pregunto.

Él asiente, sonriendo un poco.

—Sí, sólo fue un mareo...

Asiento, frunciendo los labios.

—¿Estuviste bebiendo?—. Pregunto.

Max niega.

—No, no bebo—. Confiesa—. Pero...no sé porque me siento tan mareado. Creo...creo que debería tomar aire fresco.

Yo asiento, apago la luz, y lo tomo del brazo, ayudandolo a caminar hacia el balcón. Lo siento en la silla que está al lado de la silla en donde yo estaba antes. Él suspira, dejando caer sus hombros y viendo la luna, que ilumina un poco nuestros rostros. Dejo la manzana en la mesa y tomo la soda.

—¿Quieres un poco?—. Le ofrezco. Él mira la soda y asiente, se la doy, él bebe pero no me la devuelve, me encojo de hombros.

—¿Por qué no estabas allá abajo?—. Pregunta, mirandome.

Yo no le devuelvo la mirada, estoy nerviosa, su mirada es intensa y me pone muy, muy nerviosa.

Sonrío.

—¿Por qué tú no estás abajo?—
Contraataco, mirandolo con una sonrisa de superioridad

Él eleva las cejas con incredulidad, y sonríe.

—Por la misma razón que tú—. Dice.

Yo frunzo el ceño, colocando el codo en la mesa y mi mandíbula en la palma de mi mano. Él hace lo mismo, nuestros rostros quedando a unos centímetros cerca.

—Y, ¿cuál es mi razón?

Él se encoge de hombros.

—Pensaste que no vendría y viniste hasta aquí—. Enarca una ceja, al tiempo que yo me sonrojo—. O, ¿me lo vas a negar, pelirroja?

Yo enarco una ceja también.

—¿Tú pensaste qué no vendría?—. Respondo con otra pregunta.

Él ríe, ríe en voz baja. Y, maldición, sabía que su risa era endemoniadamente hermosa, pero jamás pensé escucharla en vivo y en directo.

—Inteligente, eres astuta—. Confesa—. Me gusta.

Sonreí tontamente y sentí mis mejillas de nuevo sonrojarse, con mis manos, tapé mi rostro, para que no viera mi sonrojo.

¡Este chico hace que te pongas como un tomate!

Sinceramente, aún no creo esto. Estar al lado del chico que se hace llamar Dios del Olimpo, es...emocionante. Mi corazón se aceleró al sentir las manos de Max acariciando mi cabello. Separé un poco los dedos, para ver a Max como acariciaba mi cabello con una sonrisa un poco tonta.

Sonreí también, conectando mis ojos con los suyos.

—¿Ya te he dicho lo mucho qué me gustan las pelirrojas?—. Pregunta, relamiéndose los labios.

Me Enamoré De Un Desconocido (Desconocido #1)✓Where stories live. Discover now