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Alexandra Broome

Bostecé con flojera, mientras terminaba de meter mi ropa en el armario.

Ha pasado exactamente una semana desde que ví por primera vez a Max. Al día siguiente, cuando desperté en la habitación, en esa cama, Max ya no estaba, ni él ni sus cosas. No hemos vuelto a hablar por mensajes o llamadas, he perdido su contacto y... no, no quiero parecer una intensa escribiendole o llamandole para saber que le ha pasado, o por qué ya no me escribe o por qué desapareció de esa forma. ¿Estará bien, al menos? O, ¿hice algo mal qué lo haya incómodado?

Llevo días pensando que la he cagado, que he arruinado algo, de lo que no tengo idea exacta de como definir ese "algo".

Cuando había bajado a la sala de la casa de Aaron, donde estaba el desorden la noche anterior, eso era un total horror, habían vasos por todos lados, personas dormidas en los muebles, había hasta vómito. Aaron ayudó a limpiar a las sirvientas, pues algo tenía que hacer. Las chicas y yo nos fuimos, cada una a su casa, todas estabamos muertas de sueño, bueno, yo no tanto. No les conté sobre Max, y ellas no preguntarón, pues estaban sumidas en sus pensamientos.

Cuando llegué a mi casa, mamá me dió un buen regaño, Claudia se reía disimuladamente de mí, y pude jurar que hasta el propio Peach me miraba con reproche.

Suspiré, sentandome en la cama con la camisa que estaba doblando en mis piernas. La puerta de mi habitación estaba abierta, y de ella se asomó la pequeña cabeza de Peach, sus ojos me buscaron, curiosos, caminó moviendo sus caderas hasta donde estaba yo, se subió a mi regazo y se sentó en él.

—Hola, Peach—. Le dije con una diminuta sonrisa, mientras acariciaba su cabeza.

Miauuuuuuuu.

Fue lo que él dijo. Sonreí, feliz y lo abracé, casi asfixiandolo. Amaba mucho a Peach, era mi compañero desde hace años. Pero, aquí lo extraño era que Peach se estuviera dejando abrazar de mí, pues él es un amargado y odioso gato.

Miaaaau Miiiiauu.

Empezó a chillar, y a moverse de un lado a otro, queriendo que lo soltara. Reí, soltandolo, mientras él se iba chillando por el pasillo.

—¡Amargado y chillón Peach!—. Exclamé, divertida.

De pronto, mi celular empezó a sonar, giré mi cabeza por toda la habitación, buscandolo con la mirada, pero no lo veía. Mi celular sonaba y sonaba, pero no lo encontraba. ¡Mierda, ¿dónde lo dejé?!

La verdadera pregunta aquí es: ¿quién te estará llamando?

Muy buena pregunta, conciencia, pero el caso aquí es que, ¡no consigo mi celular y está sonando como loco!

Me guié por el sonido, buscando de donde proviene, me quito la camisa de mis piernas y la tiro en el armario, busco por toda la habitación, cuando el sonido se hace un poco más fuerte, me doy cuenta que el ruido se escucha debajo de mi cama. Me lanzo al suelo, meto la mano debajo de mi cama, palpeo el frío piso, hasta que siento el celular bajo mi tacto, vibrar. Lo saco rápidamente, sin ver de quién se trata y atiendo.

—¿Hola?—. Dije conteniendo el aliento.

Que sea él, que sea él...

—¡Por Dios, hasta que al fin atiendes, Alex! ¿Qué rayos estabas haciendo?—. Era mamá.

Solté el aire que estaba conteniendo en mis pulmones.

No es él, que triste.

Estaba sola en casa, mamá había salido a su trabajo, después de unas semanas de vaciones, Claudia había ido a trabajar a ls biblioteca, ya que su novio también tenía trabajo. Y yo, pués, como hoy es domingo, y no hay nada que hacer, me quedé en mi casa.

Me Enamoré De Un Desconocido (Desconocido #1)✓Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang