«Sin importar cuántas veces cayera, me levantaba todas y cada una de ellas.
No iba a parar de intentarlo.
Nunca.»
[ TRILOGÍA MORTAL - LIBRO I ]
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CAPÍTULO 17
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Mientras los días pasaban, más era lo que aprendía dentro de C.E.L.E.S.T. Ya no me sentía como una extraña, sino como alguien que se esforzaba cada día por ganarse un lugar dentro de la organización. Todo lo que conseguí en mi vida, lo hice a base de esfuerzo y trabajo duro. No conocía otro camino y esta no sería la excepción.
Me levantaba cada mañana a entrenar en la disciplina que se me pidiera: Entrenamiento físico, entrenamiento de armas letales o no letales y las prácticas para misiones. La primera práctica fue solo eso: El comienzo. A pesar de que Morgan me felicitó aquel día por mi trabajo, estaba consciente de que no lo hice perfecto y seguí esforzándome por eliminar esos errores, como el no saber a tiempo cuándo debía recargar mi arma.
Después de cada entrenamiento, siempre me quedaba repasando mentalmente todo lo que hice, buscando mis errores y fallas, pensando en qué podía mejorar y cómo hacerlo. Y eso, precisamente, era lo que estaba haciendo en aquel momento.
En mis manos tenía un arma semiautomática de 9mm, uno de los modelos más utilizados: Beretta 92 F. Nunca antes me imaginé que tendría que aprender sobre estos artefactos, su funcionamiento, controlarlos, emplearlos... Pero ahora lo hacía. Pasé esas semanas rodeadas de armas, diferentes modelos, calibres, tipos; practicando para las diferentes situaciones en las que tendría que usarlas para defenderme y proteger a otras personas.
Después de todo, ese era el propósito final.
Trasladé la mirada del arma hacia la fila de objetivos que todavía no habían retirado del campo de entrenamiento. Nuestra práctica finalizó varios minutos antes y algunos ya se habían ido a descansar, mientras que otros, como yo, se quedaron en el lugar un rato más. Yo todavía no había ido a colocar el arma en su lugar. No estaba cargada, pero la mantenía conmigo en aquel momento, en el que me encontraba sentada en uno de los costados del edificio, dedicándome solo a observar y pensar.
A pesar de que mi rostro lucía sereno, dentro de mí hervían las ansias por saber qué tareas me encargaría Morgan. No sabía exactamente cuándo él tomaría una decisión, pero me levantaba cada día a la expectativa de lo que sucedería. Los exámenes físicos arrojaron que mi cuerpo estaba en perfectas condiciones y había dado todo mi empeño en los entrenamientos.
¿Cuál era el siguiente paso?
Esperaba descubrirlo pronto. Estaba consciente de que los retos ante mí eran enormes, pero quería afrontarlos. Después de mucho tiempo, sentía que estaba haciendo algo por mí misma.
Dejar los entrenamientos y avanzar al siguiente nivel sería algo completamente diferente, algo mucho más grande.
Me levanté de mi lugar, tomando un largo suspiro y permitiendo que el aire frío de aquella mañana de otoño invadiera mis pulmones. Tras dejar el arma en su lugar con mis cosas, me dirigí hacia donde estaban los bebederos. Ahora que sabía que tenían un compartimento refrigerado, preferí sacar una botella de agua para mí.
