CAPÍTULO 18

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CAPÍTULO 18

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CAPÍTULO 18

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—¿Ya te crees superior?

Mientras caminaba a través del corredor, escuché una voz femenina y, a juzgar por su tono, se dirigía a mí.

Era temprano, un rato antes estuve en el gimnasio entrenando un poco, lo cual me ayudaba a mantener mi mente en calma. Había pasado un día desde que Morgan habló conmigo y me encontraba esperando su siguiente orden. No sabía en qué momento llegaría, exactamente, pero me mantenía atenta.

Sin embargo, cuando aquella voz atravesó mis oídos, el rumbo de mis pensamientos cambió. Me detuve a la mitad del amplio pasillo y me di la vuelta, para encontrarme con la mirada glacial de Zoe Mitchell. Tenía días sin verla, pero no habíamos cruzado ninguna otra palabra desde el incómodo encuentro en el comedor.

—Superior —repetí la palabra, con calma—. ¿Como tú?

La pelinegra soltó un bufido. Mis palabras le molestaron, al punto en que desvió la mirada y cruzó los brazos encima de su pecho. Cuando sus ojos azules regresaron a mí, lo hicieron con recelo.

—Te tomas atribuciones que no te corresponden.

—No me estoy tomando ninguna atribución —Negué con la cabeza—. A menos que tú consideres como tomarme atribuciones el defenderme de cualquier persona que intente atacarme sin razón alguna. En ese caso, entonces, sí lo hago. Pero no soy de las que se quedan calladas.

Su mandíbula se tensó, demostrándome lo que ya sospechaba: Ella estaba acostumbrada a que las personas guardaran silencio ante sus muestras de altanería. No era difícil comprender por qué. Si tenía un peso importante dentro de la organización, seguro que más de uno no se arriesgaría en contestarle. Pero eso no estaba bien. Nadie tenía por qué soportar los malos tratos de otro, menos aún porque este ocupara un cargo «importante».

Y, de todos modos, cada uno en ese lugar lo era.

—Deberías aprender a hacerlo —contestó, retándome. Dio un paso adelante e inclinó una ceja, en señal de superioridad—. No olvides que eres nueva aquí.

Y ella seguía viendo el que alguien fuera nuevo como un insulto. No solo era ridículo, sino también irrespetuoso.

—Más que el tiempo que llevo aquí, importan mis habilidades —Le recordé, manteniendo la espalda erguida y una postura firme. No me dejaría intimidar por ninguna de sus palabras—. Y no es a ti a quien debo rendir cuentas.

Ella soltó un bufido, en señal de desdén.

—Saber dar golpes y disparar un arma no te hace especial.

Agente MortalWhere stories live. Discover now