CAPÍTULO 25 - PARTE I

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CAPÍTULO 25

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CAPÍTULO 25

PARTE I

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Me incorporé lo más rápido que pude, todavía sintiéndome aturdida por el sonido de la explosión que había ensordecido mis oídos por varios segundos. A unos cuantos pasos de mí, en el suelo, Eric también se reponía de la caída. El rubio sacudió la cabeza mientras fruncía el ceño y miraba una de sus manos, donde ahora salían delgados hilos de sangre, por los cortes con los vidrios.

Pero a pesar de ello, se apresuró en sacar el arma semiautomática que llevaba en la correa de una de sus piernas. Antes de accionarla, apoyó una rodilla en el piso y giró la mirada hacia mí.

—¡¿Estás bien, Russell?!

Moví la cabeza en un asentimiento y tragué saliva.

—¡Ve ahora, te daré apoyo!

Yo no llevaba un arma conmigo, a diferencia de él, pero en un santiamén, el cálido ambiente del comedor se había sumergido en caos. Todo sucedía demasiado rápido y mi cerebro comenzó a formular soluciones. Los disparos provenían de la entrada, donde estaban los sujetos, y varios agentes que también iban armados comenzaron la defensiva.

Eric imitó mi gesto, a pesar de que intuí que no estaba del todo seguro por mi condición. No podíamos perder tiempo conversando. Así que, él se puso de pie y corrió a hurtadillas hasta asegurarse una mejor posición, desde donde empezó a disparar después.

Apoyé una mano del suelo, manteniéndome en cuclillas, y tomé aquel segundo para contemplar el panorama. Entre el humo y las personas, noté a Chelsea escondida detrás de una de las mesas. Supe que no estaría a salvo en ese lugar por mucho tiempo, pero era demasiado peligroso que saliera a buscar otra zona en la que esconderse. Había que neutralizar lo más rápido posible a los hostiles.

Tensé la mandíbula cuando corrí a hurtadillas por el lateral del comedor, donde estaba otro grupo de mesas. En ese momento, mi cerebro no solo tenía la tarea de hacerme ir rápido sin flaquear, con todos aquellos disparos detonando a mi alrededor, sino también ayudarme a ignorar el dolor que recorría mi espalda mientras lo hacía. Eso, por no mencionar el ardor de los cortes en mis brazos.

Me posicioné en cuclillas una vez más y observé la entrada del comedor. Eran dos hombres en concreto los que disparaban hacia nosotros. Se ocultaban por momentos detrás del umbral.

Maldije internamente y miré en todas direcciones después, buscando algún lugar al que pudiera recurrir. El comedor tenía un panel grande de vidrio, que servía como un ventanal. Había sido destrozado por la explosión. Los fragmentos de cristal estaban dispersos por todas partes y eso significaba que había otra entrada que más hombres de C.O.A.A.T podían usar, si escalaban por las paredes de afuera o llegaban al techo.

Agente MortalWhere stories live. Discover now