CAPÍTULO 36

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CAPÍTULO 36

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CAPÍTULO 36



Estuve dos días internada en el ala médica, hasta que Hanson me dio de alta. El resto de mis heridas no eran de gravedad y me repondría de ellas tomando los cuidados necesarios. Además, tendría que regresar a los laboratorios para una revisión diaria. El doctor mantendría monitoreada la actividad de mis células para descartar cualquier anomalía, pero mi columna no corría ningún peligro.

Pensar en ello era un verdadero alivio, en medio de todas las cosas que iban mal en ese momento. Y si bien estaba ansiosa porque aquel rastro de energía abandonara mi cuerpo por completo, era consciente de que tuve suerte. Una lesión en mi columna habría cambiado por completo el panorama de mi vida.

Estaba tomando esa segunda oportunidad y aceptándola, pero eso no significaba que algo así tendría que volver a pasar. No era natural. Y el propio Hanson no podía asegurar que todos los efectos secundarios pudieran ser favorables si recibía nuevas emisiones de energía. Mi sistema debía estar limpio de cualquier rastro, y esperaba que eso sucediera pronto.

—¿Todo listo, agente?

Una de las asistentes del doctor se había asomado en la puerta para corroborar que ya me había terminado de cambiar la ropa. Me coloqué una sudadera gris bastante grande, además de pantalones oscuros y mis viejas botas. Aún tenía la sensación de liviandad al realizar ciertos movimientos, pero Hanson dijo que la sensación se iría por completo en unos días.

—Sí, ya estoy lista —Me puse de pie, tomando un breve suspiro.

—Bien, lo registraré —respondió la rubia, con una pequeña sonrisa.

Correspondí a su gesto y, ahora que estuve sola en la habitación, le di un último vistazo. Me habría gustado sentirme tranquila en aquel momento, pero no pude. Había demasiado ocurriendo en mi mente. Y hasta que no se resolviera todo, no auguraba un poco de paz dentro de mi propia cabeza.

Crucé el quicio de la puerta después y caminé por un pasillo de paredes plateadas, donde, a los costados, irradiaban luces azules en forma de líneas. Había puertas blancas a cada lado y yo sabía que detrás de una de ellas se encontraba Carter.

Me detuve a la mitad del camino, sintiéndome impaciente.

No podía irme de ahí sin antes ver cómo estaba. Carter fue herido por evitar que Olander me disparara a mí. Puso su vida en riesgo y eso no era cualquier cosa.

Me mordí el labio inferior y di un paseo visual por las puertas, preguntándome cuál sería la suya. A diferencia del área de los dormitorios, las habitaciones en el ala médica no tenían una placa que identificaba a su ocupante; solo un número.

Tras algunos instantes de debate interno, vi a dos asistentes de Hanson salir de una de las habitaciones. El hombre y la mujer llevaban tablets en sus manos y alcancé a notar que en las pantallas se esquematizaban datos muy similares a los que se representaban cuando el doctor utilizaba la Energía Beltts. Guiándome por el sentido común, aquella debía ser su habitación. Cada agente pasaba por revisión médica después de una misión, era algo de rutina, pero, afortunadamente, nadie más en nuestro equipo tuvo heridas serias esa noche.

Agente MortalWhere stories live. Discover now