CAPÍTULO 23

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CAPÍTULO 23

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CAPÍTULO 23

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Me encontraba acostada boca abajo en una de las camas del ala médica, rodeada por un cilindro traslúcido. Permanecía inmóvil, mientras la tecnología de Hanson intervenía para sanar mis tejidos. Las luces blancas en forma de líneas surcaban mi piel. No eran agradables, ni molestas, sencillamente, era una sensación diferente a cualquier otra que hubiese experimentado antes. No había una manera exacta de describirlas.

—Es impresionante cómo tu cuerpo se adapta a la Energía Beltts —comentó Hanson.

No podía mirarlo desde mi posición, pero intuía que estaba manipulando datos en la pantalla digital. Era lo que solía hacer en cada sesión. Por lo que entendí, así regulaba los niveles de energía y controlaba que estos no sobrepasaran el límite establecido.

También sabía que algo le preocupaba. Y, precisamente, tenía que ver con el uso de la energía. Nunca había empleado la Energía Beltts por tantos días seguidos en una persona y quería asegurarse de que aquello no tuviera algún efecto negativo.

—¿Cómo va mi mejoría? —pregunté.

—Has avanzado mucho, Beatríz —El buen ánimo tocó su voz—. En unas horas, podrás irte a tu habitación y descansar allí.

Y aunque sabía que eso era un gran paso, la palabra «descanso» no era algo que yo quisiera contemplar en ese momento.

—He descansado mucho, Hanson —alegué—. Necesito actividad.

Había pasado días confinada a una cama y fui tan paciente como pude. Sabía que todo era por mi propio bien, pero si él mismo aseguraba que había mejorado considerablemente, eso también podía implicar que ya estaba capacitada para empezar a moverme un poco.

—Bien. Puedes caminar, pero no te sobre exijas —concedió, finalmente—. Por el momento, caminar es lo único que puedo ofrecerte, Beatríz. No quiero que algún músculo sufra daños.

Moví la cabeza en un pequeño asentimiento. Algo que agradecía de Hanson era su paciencia. Él había estado al pendiente personalmente de mi tratamiento cada día, encargándose por sí mismo de todas las sesiones. Por eso seguí sus indicaciones siempre. Pero, realmente, necesitaba comenzar a disminuir el tiempo que pasaba dentro de un dormitorio.

—De acuerdo —respondí, entonces.

Aun así, era consciente de que todavía pasaría tiempo en el ala médica. Las sesiones eran de una hora, dos veces cada día.

—Debes estar consciente de que hemos logrado un gran avance, Beatríz —dijo después—. Tu cuerpo asimila positivamente la energía que recibe. Quizá, otra persona hubiese tardado mucho más tiempo en llegar al punto en el que te encuentras ahora.

Agente MortalWhere stories live. Discover now