«Sin importar cuántas veces cayera, me levantaba todas y cada una de ellas.
No iba a parar de intentarlo.
Nunca.»
[ TRILOGÍA MORTAL - LIBRO I ]
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CAPÍTULO 25
PARTE II
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Carter se puso de pie y me tendió una mano para ayudarme a hacerlo también. La repentina presencia de Morgan luego de lo que acababa de suceder me había descolocado, pero aquello fue reemplazado por la expresión de malestar en mi rostro cuando me levanté y debí llevarme una mano al costado por el dolor que sentí.
Mientras Carter y yo caminábamos hacia Morgan, tuve que respirar con lentitud para mitigar el malestar. Pero no tenía planes de detenerme.
—¿Qué es lo que está pasando, Morgan? —pregunté.
—C.O.A.A.T nos ataca deliberadamente. Aún hay hostiles en el edificio —dijo, con absoluta seriedad. Luego dirigió su mirada hacia Carter, a quien le entregó un arma—. Carter, debemos ir ahora.
Giré la mirada por un momento hacia los dos agentes que llegaban a capturar al hombre al que noqueé antes, pero de inmediato volví a mirar al Director.
—Yo iré con ustedes —expresé. Y, como era de esperarse, él negó con la cabeza. Estaba a punto de objetar, cuando intervine—. Esto es serio, Morgan. No me voy a quedar a mirar.
—Estás herida, Beatríz —insistió, con voz severa.
—Estoy bien —aseguré—. Morgan, si todavía hay hombres de C.O.A.A.T aquí, toda ayuda para detenerlos es buena. No puedo quedarme a ver cómo llegan al generador.
Él me miró por varios segundos, sabiendo que de ninguna manera dejaría de insistir en mis palabras. Finalmente, su única opción fue aceptar.
—Andando, no hay tiempo que perder —dijo, al comenzar a caminar en la dirección contraria.
Miré a Carter, quien ya tenía su atención en mí, le otorgué un breve asentimiento y entonces ambos seguimos a Morgan.
Durante el trayecto, otros agentes se acercaron a nosotros para proveernos de algunas armas; algunos también se aseguraban posiciones estratégicas, para evitar ser sorprendidos por algún nuevo atacante.
—Director, tenemos que proteger el ala tecnológica. Si llegan allí, podrían descifrar nuestros códigos y robar información importante —Escuché la voz de Chelsea en el auricular.
Los tres nos detuvimos por un segundo y nos miramos entre nosotros. Compartimos un asentimiento y nos apresuramos hacia las escaleras de emergencia, por donde yo había llegado antes hasta ahí. No encontramos a ningún hostil ni a otros agentes durante el resto de nuestro camino, pero no podíamos confiarnos en absoluto. Por el contrario, cuidamos que nuestros pasos fueran cautelosos.
