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Al llegar a su mansión fue algo... desconcertante, ya que se imaginaba que estuviera lleno, como lo estaba en el verano, sobre todo en donde toda la atención la tenía Voldemort, pero, al entrar por las puertas estaba todo vacío, algo que le preocupo aún más.

Su madre le dijo que fuera por sus cosas y se irían rápidamente a Grimmauld Place, ella se quedaría luego en la mansión.

Fue a su habitación y dejó su maleta con las cosas que se trajo de Hogwarts, para agarrar otra que había ya en su cama, pero vacía, entonces fue por su ropa, un libro, los regalos de navidad que le encargó a su madre para dárselo a sus amigos. Todo eso en quince minutos, tiempo récord.

Salieron de la mansión, en donde Narcisa les dijo a los elfos que prepararan algo de comer, Draco no quería preguntarle que iba a pasar, porque honestamente no quería saber, solo quería llegar y ver a Harry.

Harry.

No lo vio en la última semana y media, según Hermione, algo le pasó al padre de los Weasley, pero no sabe más, Harry no le ha mandado cartas ni nada; tampoco es como que se moleste con esto, pero si le gustaría saber que pasaría con él. Lo bueno, es que ya lo verá y podrá darle el regalo de navidad en unos días, también a Hermione, e incluso le pidió algo a su madre para Ron, ya se cansó de molestarlo, además, ya no se le ocurre nuevos insultos.

Se agarraron de la mano y en un segundo ¡puf!, llegaron a un callejón, en donde un gato negro paso asustado al verlos; ambos salieron del callejón y vieron que los muggles iban caminando de manera muy alegres, los niños dando saltitos con sus botas viendo como se marcaba en la leve capa de nieve, una pareja pasó y se subió a un camión, de esos de dos pisos. Todo otro mundo, uno que Draco no conocía muy bien. Siguieron caminando hasta llegar a Grimmauld Place, pero había algo raro, se supone que habría un número 12, pero solo hay 11 y 13.

—¿Seguro que te dieron la dirección correcta? —preguntó Narcisa.

Él asintió, iban a preguntar a uno de los residentes de ahí, hasta que Draco vio a alguien con ropa holgada, comiendo un chocolate y leyendo el periódico.

Detuvo a su madre y se acercó a él. No fue hasta que escuchó los pasos que Lupin levantó su mirada y le sonrió a Draco.

—Joven Malfoy—lo saludó—, Harry dijo que vendría.

—Profesor Lupin—le devolvió el saludo.

El castaño negó sonriendo.

—No hay necesidad de llamarme, profesor. Oh, señora Malfoy—dijo al verla.

Narcisa asintió.

—Señor Lupin.

—Entonces, supongo que no encuentran el lugar—dijo Lupin y ambos lo confirmaron al hacer una mueca parecida—. Bueno, vamos.

Y por arte de magia, literalmente, como si se expandiera un inflable, apareció el número 12.

—Bueno, vamos. Tendremos que tocar, se me olvidaron las llaves.

Caminaron hacia la puerta y el ex profesor tocó a puerta, adentro se escuchó un grito masculino, Draco identificó a Sirius, se escucharon pasos cada vez más cerca y al abrir la puerta, apareció Sirius con su cabello suelto que claramente estaba más largo, unas ojeras muy notorias pero con una gran sonrisa.

—¿Trajiste mi pan? —preguntó a Lupin pero este negó y su semblante ahora era serio—, ¿qué te he hecho yo para tener está terrible noticia?

—No tenían—dijo y entró sin decir nada más, esquivando a Sirius.

El dueño del lugar rodó los ojos y luego vio a Draco.

—Hey, sobrino—le dijo con una sonrisa—, entra, vamos, Harry está arriba—Y luego vio a Narcisa.

Catching FeelingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora