53.

148 19 3
                                    

—Déjalo, joven Malfoy—le dijo la profesora Umbridge.

Draco soltó a Harry quién lo agarraba de la mano y le dio un leve apretón, dándole a entender que lo entendía.

Una vez que descubrieron que la profesora y parte de la bridgada venía salieron corriendo, Ginny Weasley logró soltar una bomba de humo para que los despistara. Draco tenía a Harry a su lado corriendo, pero escuchó la voz de Connor McGuffin, un Slytherin que trataba de agarrar a quien sea.

—Corre, lo distraere—dijo Draco.

—Ven conmigo—le pidió el otro agarrándolo.

—¡Veo a alguien! —gritó McGuffin.

—Corre, Harry—le pidió—. Dire que estoy patrullabdo.

—¡Es Potter! —logró distinguirlo.

Harry agacho su cabeza y abrazó a Draco. Draco quería empujarlo y que saliera corriendo, pero Harry tenía otros planes.

—Finge que me atrapaste. Mejor tú que él.

Afortunadamente nadie más estuvo en peligro.

Fueron a la oficina de Dumbledore donde había gente del ministerio y el ministro mismo. Dumbledore les sonrió y guiñó el ojo cuando vio al par entrar. McGonagall agarró a Harry y vio a Draco con una cara de pocos amigos.

—Puede retirarse, joven Malfoy—le dijo.

—De hecho, como suma inquisidora...—empezó a hablar Umbridge pero fue interrumpida por Draco.

—Con gusto, profesora—le dijo Draco a McGonagall, no sin antes darle él un apretón en la mano de Harry pasando discretamente la varita del rubio, ya que Harry perdió la suya en el escape.

Por si acaso, pensó.

No se iba a ir de ahí sin saber que Harry estaba a salvo. Iba a esperar a fuera con el oído pegado a la puerts, claramente Dumbledore supo esto pero prefirió no decir nada.

Todo el asunto fue caótico. Draco quiso entrar a maldecir a Marietta, la chica que había ido de soplona, pero pudo escuchar que todos mencionaron su rostro y ciertas imperfecciones, el encantamiento de Hermione funciona. Hubo gritos entre todos, el que hablaba siempre de manera pacífica era Dumbledore, incluso cuando se opuso a ir con el ministro y luego, puff, desapareció. Una explosión se hizo notar en el lugar y eso fue necesario para que el rubio entrara a la oficina y corriera a donde esta Harry. Harry estaba acostdo siendo sujetado por McGonagall quien tenía una mirada melancólica.

—¿Estás bien? ¿Te hicieron algo? —le preguntó preocupado agarrandole el rostro verificando que no haya sangre.

Nadie se dio cuenta de su llegada y lo supo cuando escucho a Umbridge.

—No debe estar lejos, a buscarlo.

—Estoy bien—le dijo Harry levantándose—. Toma—le dio su varita—. No la ocupe.

—¿Seguro que estás bien?

—Si, solo... debo buscar mi varita.

—Joven Malfoy, y yo pensando que su lealtad estaba con el joven Potter—dijo la jefa de Gryffindor una vez que quedaron solo ellos y Marietta llorando tapándose el rostro—. ¿Cómo se atreve?

—Está con nosotros, profesora—le dijo Harry—. Sin él ni Pansy Parkinson hubieramos durado tanto.

McGonagall pareció suavizar su rostro y solo asintió.

—Muy bien entonces, lleve a Potter a su Sala Común y vaya con cuidado al suyo.

—Si, profesora—dijo Draco.

Catching FeelingsWhere stories live. Discover now