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Alice.
El timbre suena y avisa por fin que las clases han acabado por hoy. Becca y Lux me hacen una señal cuando subimos a su auto para manejar directamente al bar de la calle 58.
—Dicen que hoy tocará White Skimo —me muerdo el labio al escucharla y acomodo mi cabello por el retrovisor.
La noche iba empezando a reinar y varios chicos de la universidad entraban y salían del bar. Un viernes por la noche la ciudad se encontraba más que despierta.
Al entrar al bar, recibimos algunas miradas y veo como varios chicos me sonríen.
—Ahí hay una mesa libre, muy cerca al escenario —Becca corre hacia ella mientras le anuncio a Lux que iré al baño.
Como siempre este se encuentra repleto pero evito hacer fila ya que solo quiero arreglarme en el espejo. De mi cartera saco mi labial rojo y acomodo mis rulos sobre mi casaca de cuero negra.
Una vez satisfecha, salgo hacia las mesa pero al ver a mis amigas ocupadas charlando con un grupo de chicos, decido marchar hacia afuera del lugar a encender un cigarro.
El frío se cuela por mi ropa y rápidamente busco el encendedor, me ayudo con la mano para evitar que el fuego se apagara y me apoyo junto a una linda moto para sentirme más cómoda. El sonido de la calle es mi único compañero hasta que una vez ronca suena a mis espaldas.
—Alice —de sus labios sale mi nombre y me hace voltear a verlo.
—Harry Styles —su sonrisa aparece y lleva sus manos hasta su copete, para acomodarlo.
Mi boca se abre un poco cuando veo que tiene unas zapatillas blancas, sus jean son negros y lleva un cinturón que los sujeta, su camiseta blanca es cubierta por una casaca de cuero negra igual a la mía y su copete se encuentra perfectamente peinado con vaselina para fijar el cabello.
—¿Viniste a verme hoy? —sus pasos se detienen delante mío y lo miro con atención al verlo sacar un pequeño peine y acomodar la parte de los costados de su cabello.
—Ni siquiera sabía que tocarías aquí —me encojo de hombros y cuando estoy por darle una calada a mi cigarro, Styles es más rápido y me lo arrebata para llevárselo a la boca.
—¿Estás segura? —una ceja se levanta y me mira creído. —Pensé que venías a verme porque me extrañabas.
Una carcajada se escapa de mis labios.
—Ya quisieras que te extrañara, H —mi mirada y la de él se cruzan y creo que tengo a la reencarnación de James Dean frente a mí.
—Yo sí te extraño —admite y mi corazón se acelera. —Siempre pienso en los viejos tiempos.
Vuelvo a reír y ahora soy yo la que le quita el cigarro de las manos.
—Por favor, después de enrrollarte con media universidad me dices esto —lanzo el tabaco al suelo y lo piso con mis botas negras.