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S U S H I    R E S T A U R A N T

S U S H I    R E S T A U R A N T

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Harry.

Mi primer mes como mesero había sido un éxito. Las propinas eran muy buenas y el ambiente laboral era sano. Trabajaba a medio tiempo y me divertía con todo lo que hacían mis compañeros.

—Harry, la mesa cuatro está pidiendo la cuenta —mi jefa me avisa. —Recuerda que hoy te toca cerrar el restaurante.

Asiento y ella se aleja de la barra. Me acomodo el delantal para pedirle a Jess el total de la mesa cuatro.

—¿Vas a darle el número a alguna de ellas? —la cajera se ríe mientras espera que se imprima la boleta de pago.

—Me siento acosado por todas ellas, mujer —admito nervioso.

—La rubia está caliente —Jessi me entrega el papel y niego riendo.

—Si, como no.

Me doy la vuelta cuando oigo su burla. Llego a la mesa y extiendo la cuenta hacia la rubia.

Ella pone un billete de cien dólares sobre la mesa.

—Enseguida traigo su cambio —estoy por irme hacia la caja.

—Quédatelo, por el buen servicio —escucho las risitas bajas de todas las mujeres que hay ahí. —Gracias por la atención, Harry —lee mi credencial colgada en mi camiseta.

La mujer se levanta y puedo ver como todas la siguen. Las cuatro son absolutamente guapas pero ninguna es mi tipo, he aprendido que los labios rojísimos y los escotes atrevidos no son lo mío. Empiezo a recoger los platos y cuando tomo el papel que traía la cuenta, río al ver un número escrito.

Camino hasta la barra y entrego el billete junto con la boleta de pago.

—Ten, debe ser de alguna de ellas —me lo regresa cuando ingresa el importe. —¡Vaya! Una propina de treinta dólares, caramba, te mandaré a atender más seguido.

—Ya sé que soy guapo, Jess, no debes confirmármelo.

Veo sus ojos brillar y rodar cuando suelto mi mala broma.

El restaurante queda casi vacío y me dedico a limpiar mesa por mesa con un líquido especial. Mientras trapeo, veo a Jess sentada frente a la caja mientras cuenta billetes. Su ceño está fruncido y se muerde el labio mientras se concentra aún más.

Es muy bonita.

Y recuerdo como la conocí. Un día pasé por aquí con mi hermana y a ambos se nos antojó sushi. Recuerdo pagar la cuenta de manera equivocada al tener a aquella preciosa mujer delante mío. Su risa me contagió cuando me entregó el cambio correcto y su voz me hipnotizó al decirme que estaban necesitaban a un mesero.

Mi falta de trabajo y mis ganas de conocerla me cegaron haciendo que postulara al día siguiente y quedara en el puesto. Desde que entré a trabajar aquí supe que tenía un crush con ella.

Mundo Harry (One Shots)Onde histórias criam vida. Descubra agora