Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Harry.
El despertador suena, pero no puedo apagarlo, no cuando sus hipidos vienen de mi pequeña bebé de cinco meses.
—Hey, aquí estoy, pequeño girasol.
—¿Qué ocurre, Harry?
Amelie se levanta como si la hubieran empujado de la cama y antes de que pueda tomar a Alma en brazos, la mando a dormir otra vez. Mi mujer era un zombie.
—Nada, mi pequeño girasol necesita un… —con cuidado, la alzo para oler su traserito. —Necesita un cambio de pañal.
Amelie ya se encuentra en su quinto sueño para cuando termino la frase.
—Tu madre está muy cansada, pequeño girasol, nosotros nos iremos —le susurro bajo sus atentos ojos verdes. —Para dejarla descansar.
Alma mueve sus pies de manera rápida cuando le quito el pañal.
—Yo creo que la leche de tu mamá no te cae del todo bien ¿No lo crees? —ella me sonríe y automáticamente caigo rendido a sus pies.
Tomo a mi pequeña bebé en brazos y viendo que son apenas las tres y cuarenta con cinco de la mañana, comienzo a moverme de adelante hacia atrás con su cabecita en mi hombro.
—Isn't she lovely? Isn't she wonderful? —le susurro la canción que ahora tiene todo el sentido del mundo para mí.
Poco a poco los movimientos de mi bebé empiezan a hacerse débiles y cuando llego a la segunda estrofa de la canción, regreso con mi hija en brazos para acostarla en su pequeño moisés al lado de su dormida, pero linda madre.
—Isn't she precious? —digo cuando la veo con la boca semiabierta. —Te amo, pequeño girasol, espero estés soñando con los angelitos.
.
.
.
—¿Estás seguro que es buena idea? En estos cuatro años, jamás la has peinado.
Mi esposa me mira desde la puerta.
—Tu ve a cambiarte, amor, enseguida la peino para el colegio.
Dudosa, asiente.
—Alma, me llamas si tu papá te intenta arrancar la cabeza ¿De acuerdo? —Alma ríe quedito y sigue comiendo su cereal con leche.
—Muy graciosa —bufo. —Ya largo.
Y la oigo irse riendo para el baño.
—Veamos —llevo con mis manos a la cintura. —¿Trenzas, colas o algo en especial, mi pequeño girasol?
Alma sube la mirada con el ceño fruncido y me ve a través del espejo.
