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Carolina.
—¿Estas lista? —miro a mi esposo sonreír y le devuelvo el mismo gesto.
—Super lista —admito levantando el seguro de la puerta.
—De acuerdo, démosles un espectáculo cariño —y sus dedos rozan mis labios, haciéndome mirarlo enamorada.
Harry baja del auto, me veo en el espejo retrovisor y me aseguro de que me encuentre presentable. No todas las noches vas a la cena del ascenso de puesto de tu esposo.
Siento la puerta abrirse y su mano se extiende hacia mí, bajo con cuidado y arreglo mi vestido de lunares que acababa de comprar junto a los tacones blancos que tenía en los pies.
—Te ves preciosa —susurra para regalarme un beso en la mejilla.
—Por favor, el que está robando todas las miradas, eres tú —digo sonriéndole.
—¡Señora Styles, por aquí! —la cantidad de fotógrafos era increíblemente fastidiosa.
—¡Señor Styles!
Ambos caminamos de la mano hasta una especie de alfombra, en donde nos indicaron sonreír a todos esos bombillos que iban a explotar de tantas fotos.
—Yo creo que están aquí por ti —susurra Harry en mi oído y sigue sonriendo.
—Oh vamos, es tu gran noche, cielo —le doy un beso en los labios y oigo gritos.
El gran Benny Goodman estaba tocando en el inmenso salón cuando ingresamos, mis pies no pudieron evitar moverse y sentí a mi esposo tomarme de la cintura para escucharlo reír.
Nos dirigieron a nuestras mesas mientras algunos hombres palmeaban la espalda de Harry con fuerza.
—Y está, señor Dior, es la gran Carolina Herrera, la promesa del modelaje en el futuro —mis ojos se abren como platos y me levanto de inmediato.
Veo como una gran amiga mía me lo presenta como si fuera su íntimo.
—Señor Christian, es un placer conocerlo finalmente, soy una gran admiradora —el hombre me sonríe amablemente. —Él es mi esposo, Harry Styles.
Mi esposo arregla su saco y le extiende la mano, ambos sonríen.
—Déjame felicitarte Harry, tu mujer es increíblemente talentosa —trago saliva nerviosa, era una gran oportunidad para conocerlo, pero esta no era mi noche, era la de Harry.
—Así es, le agradezco el cumplido —su voz ronca me hace mirarlo y veo como gira sus talones a conversar con alguien que se le ha acercado.
—Por favor, Carolina, quiero verte en mi oficina un día de estos, debemos reunirnos.
