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Y O U R     S O N G

Y O U R     S O N G

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Miranda.

Cerré la puerta tras de mí con fuerza al sentir que el viento iba a tumbar mi casa. No me retiré el abrigo, por lo que fui directamente a lavarme las manos luego de un día agotador de trabajo. El agua estaba congelada, sacudí mis manos y con la esperanza de calentarme, las froté, luego soplé entre ellas para darme calor.

Mi celular indica que Londres se encuentra a seis grados, un congelador para humanos.

Salgo del baño e ingreso a mi habitación. Suspiré al sentir el frío golpear mi piel desnuda mientras me cambiaba mi pijama.

—Carajo —solté cuando un trueno golpeó de la nada el cielo.

Desde mi ventana miré como en menos de un segundo todo se encontraba lleno de agua. El cielo era oscuro y nublado, las nubes amenazaban con una tormenta toda la noche y mi corazón saltaba con cada señal de que esto duraría un rato.

Y mi preocupación aumentó cuando vi el reloj, las diez con cuarenta marcaban, Harry estaba por llegar.

Los ojos se me cerraban, los pies me pesaban y mi cuerpo caminaba por inercia, el cansancio me ganaba, sin embargo, abrí el refrigerador para encontrarme con cuatro cosas que serían nuestra cena el día de hoy.

Empecé a preparar los sándwiches y esperaba que mi novio no llegara con demasiada hambre porque no había suficiente comida para satisfacerlo. La tetera hervía en agua a fuego bajo y mis manos empezaban a acomodar todo el desastre mientras los truenos se encargaban de levantarme y asustarme cada que rompían el cielo.

—Agua, luz, internet... —veía los recibos sobre la mesa y mis manos querían romperlos.

En algún punto me senté en la mesa pensando en cómo haríamos para llegar a fin de mes. Estábamos ahogados en nuestra insuficiente economía como para pensar en siquiera mudarnos. Miro a mi alrededor y solo compruebo que nuestro sueño de salir de aquí se retrasaría al sumar la cantidad de dinero que debíamos pagar para no quedarnos sin los servicios básicos.

Y cuando quiero entrar en crisis, la puerta se abre para que un Harry empapado entre por la puerta.

—¿Miranda? —dice cuando lo oigo echar tres llaves y colocar un palo de madera que utilizamos para seguridad.

—Mi amor —me quiero lanzar a sus brazos pero me detiene cuando abre su abrigo y este chorrea agua. —Cámbiate, vas a enfermarte —digo preocupada.

Y me hace caso, mientras él termina de acomodarse, coloco lo necesario para cenar. Dos tazas de té hirviendo servirán de nuestra calefacción y dos sándwiches de jamón con lechuga nos quitaran el hambre.

—Hola, preciosa —lo siento tomarme de los hombros por la espalda y abrazarme. —Te extrañé.

Me regala un beso en la mejilla.

Mundo Harry (One Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora