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Lía.
Keane sonaba en mis earpods, la gente caminaba muy rápido como para tomarse la molestia de no derribar…
—Mierda —mi maleta cae el piso.
Suspiro enojada y mi brazo la levanta.
—Que bárbaro, las personas deberían tener más cuidado ¿No crees?
¿Pero que…?
Mi cuerpo se endereza y mi cabeza gira, sin siquiera esperar a que diga algo más.
—¿Qué haces tú aquí?
—Que gusto verte también, Lía.
Mis ojos siguen abriéndose cuando lo veo rodear la fila de asientos. Lleva puesto la sudadera que le regalé en su cumpleaños, unos jeans y sus inseparables vans.
—¿Qué haces aquí? —miro a todos lados sin saber muy bien por qué.
—Me voy de viaje a Portugal —se ríe un poco.
—¿Qué mierda haces aquí, Harry?
El ojiverde se burla un poco de mi histeria.
—Quería verte una última vez, Lía.
La broma se va y él suelta esa frase haciendo que mi mano sujetara con fuerza el apoyabrazos del asiento.
—Ya me viste, ya puedes irte —y me giro nuevamente, quedando de perfil e ignorándolo.
O al menos intentandolo.
—Te ves preciosa —suelta tranquilo, relajado. —Valió la pena gastar cada puto euro en este vuelo.
Mis manos caen sobre mis piernas y suspiro pesadamente.
¿Qué esperaba? Primero ¿Que hacía aquí?
—¿Por qué comprarías un vuelo a… —me detengo y él me mira como diciendo al fin te has dado cuenta. —No vas a convencerme.
—¿Convencerte? ¿De qué? —una sonrisa traviesa quiere escaparse de sus labios.
Joder, es que es muy estúpido, pero también muy guapo.
Es estúpidamente guapo.
—Harry
—Lía —me silencia. —Lo nuestro no puede acabar aquí.
Lo sabía.
—¿Nuestro? ¿Que nuestro? Lo intentamos ¿Lo recuerdas? No funcionó —escupo lo último fastidiada.
Y viene a mi mente todo el amor, paseos, charlas, películas, sexo, sexo, sexo y tiempo que pasamos juntos.
—Porque tú no te abriste sinceramente, Lía, tú ni siquiera intentas…
