CAPÍTULO 10

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EL JONATHAN

 
 
 
 
 

La expresión de Amarantha se contrajo en una mueca de disgusto. Por supuesto que le había ofendido que una humana mediocre y defectuosa hubiera sido llamada "hada". Faye le había insultado directamente y sin esfuerzo alguno. Merecía una jodida medalla.

—Bueno, Feyre... Faye...—Habló cuando se recompuso, saboreando los nombres como si fueran burdas maldiciones—Les prometí una adivinanza y una prueba. Resuelvan esto y ustedes y su alto lord y toda la corte podréis iros con mi bendición inmediatamente. Veamos si son lo bastante inteligente como para merecer a uno de mi especie.

Hay quienes me buscan toda una vida pero no nos encontramos,

y quienes reciben mi beso y me rechazan, desagradecidos, desdichados.

A veces, parece que prefiero a los inteligentes, a los bellos, a los altos,

pero bendigo a todos los que tienen el coraje de intentarlo.

En general, cuando actúo, soy de mano suave, dulce, de miel,

pero si me desprecian, me convierto en una bestia difícil de vencer.

Porque aunque mis golpes, todos, dan siempre en el blanco,

cuando mato, lo hago muy muy despacio...


Faye había intentado buscar la respuesta a la adivinanza en los libros de ese mundo, pero aquel poema parecía pura invención de Amarantha y no había ningún registro de ello. Todos prorrumpieron en carcajadas al ver que ninguna hermana respondía. ¿Acaso era algo bastante obvio?

—Piénsenlo en su tiempo libre. Ahora... ¿Quién será la primera en probar su amor a Tamlin? ¿Deberíamos darle el honor a la defectuosa?

¡Puta, ya valí! ¡Voy a terminar como la carne de res: desaparecida! :"""v

Faye se cuadró de hombros y dio un paso adelante, dispuesta a aceptar la prueba pese al miedo que la corroía por dentro.

—Vamos al laberinto.











































































Los bichos esos de piel roja (Cosa uno y Cosa dos dentro de su cabecita) la empujaron por los pasillos hacia un gran estadio donde esperaban varios inmortales inferiores y los dirigentes de todas las cortes. Se escuchaba una cacofonía de gritos, risas y rugidos.

La empujaron a una plataforma de madera erigida por encima de la multitud. Ahí estaban sentados Amarantha y Tamlin, y frente a la plataforma un laberinto de túneles y trincheras que se abría en el suelo. Los inmortales estaban de pie en los bordes, impidiendo la visión de lo que había dentro.

Alrededor de la plataforma había un grupo de seis machos, separados de la multitud principal. Por las caras frías, hermosas, por el porte de poder que mostraban, supo que eran los otros altos lores de Prythian. Rhysand le dedicó una sonrisa felina cuando ella reparó en la corona de oscuridad sobre su cabeza.

Cierto, se me había olvidado que este wey era el rey de los elfos oscuros.

A Amarantha le bastó con levantar una mano y la multitud rugiente quedó en silencio.

A COURT OF SILENT AND STARS (UNA CORTE DE SILENCIO Y ESTRELLAS)Where stories live. Discover now