CAPÍTULO 3

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DISTRACCIÓN

 
 
 
 

El primer par de semanas fue mejor de lo que pensaba. No había rastro de Rhysand, quien aparentemente estaba muy ocupado con cosas de su corte, salvo algunas notas que aparecían y desaparecían mágicamente. Las ignoraba, obviamente. Si él iba a ignorarla a ella, le haría lo mismo. Dos podían jugar ese juego.

Interactuó con Mor de vez en cuando durante la primera semana antes de que tuviera que irse a realizar sus obligaciones. Siempre se la encontraba cuando iba a picotear a la cocina o cuando salía de la cava con alguna botella oculta por un glamour. A la alta fae rubia le importaba una wea el dichoso castigo. Le compartía varias historias de Rhysand y de ella, de cuando eran niños, de la guerra; aunque le daba la sensación de que le ocultaba algunas cosas de aquellas anécdotas.

Por las noches solía perderse en el vino o en el whisky del Lucifer orejúo hasta quedar inconsciente y despertar al día siguiente después del mediodía. Lo llevaba haciendo desde que había salido de Bajo la Montaña, el tragar alcohol como un pozo sin fondo. Le ayudaba a combatir las pesadillas y también la tentación de simplemente posarse sobre el marco de la ventana y dejarse caer.

Sin embargo, cuando se acababa la segunda semana, Rhysand había regresado. Lo supo cuando sintió ese tirón en su vínculo contractual, despertándola antes del mediodía. Lo supo cuando lo ignoró, recibiendo de regreso la caricia de los familiares espolones en su insistencia. Lo supo cuando llegó a la cocina y la encontró vacía. Y lo confirmó al encontrárselo almorzando.

—Buenos días, Faye, querida—Ronroneó él sin voltearse a verla cuando ingresó en el comedor.

Rhysand se encontraba sentado en la mesa, de espaldas a ella. Estaba empezando su comida, haciendo movimientos con tanta parsimonia que volvían elegante la banal acción. Esa era una de las cosas que odiaba de él, que fuera tan pinche "perfecto" con cada pinche respiración que hacía el pendejo.

Se sentó delante de él, apoyando los brazos cruzados sobre la mesa y mirándolo fijamente con los ojos entrecerrados. Rhysand siguió comiendo como si no sintiera aquella penetrante mirada de cielo diurno tratando de taladrarle la cabeza. Ella siguió observándolo en silencio. Ignoró su estómago rugiente y siguió viéndolo con fijeza.

Se negaba a preguntarle con sus labios dónde estaba la comida y los utensilios de la cocina. Simplemente permanecía en silencio, esperando a que él cediera. No era muy difícil mantenerse callada cuando en su vida anterior había sido muda.

—¿No tienes hambre?—Le preguntó él, dejando su plato a un lado sin terminar—A menos que tengas una bestia rabiosa encerrada en tu barriga, me parece que eso que está gruñendo es tu estómago.

Ella se quedó mirándolo en silencio. Era un depredador a la espera de la más mínima muestra de debilidad. Era una loba estudiando a su contrincante. Esperaba que se le escapara el lugar donde se escondía la comida en algún desliz.

Rhysand chasqueó la lengua. Apoyó los codos sobre la mesa con las manos entrelazadas para reposar su cabeza sobre estas. Había inclinado el torso levemente hacia ella. Seguía con su odiosa sonrisa estampada en la cara y los ojos de cielo nocturno la miraban con una leve pizca de diversión.

—Si quieres saber a dónde he trasladado la cocina, siempre puedes decir que "Rhys es el más increíble" y te lo diré. Incluso permitiré que lo admitas mentalmente.

Primero Bad Bunny se vuelve presidente de Estados Unidos.

—También me tomé la libertad de vaciar tu armario. Así que solo tendrás ese conjunto por todo el día—Recorrió con su mirada estrellada el conjunto de pantalones ligeramente abombados y suéter a juego de color violeta que le recordaban a Faye a las ropas árabes de su anterior mundo—Claro, a menos que decidas admitir que "Rhys es el más exquisito".

A COURT OF SILENT AND STARS (UNA CORTE DE SILENCIO Y ESTRELLAS)Where stories live. Discover now