CAPÍTULO 14

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NI MODO, TOCÓ SER ZOMBIE A LO MICHAEL JACKSON

 
 
 
 

¡Órale, soy Casper, we!

Faye se sorprendió de que pudiera volver a abrir los ojos. Y le sorprendió aún más verse a sí misma muerta no muy lejos. La cabeza la tenía torcida en un ángulo espantoso que le causó escalofríos fantasmales. Feyre abrazaba su cuerpo mientras sollozaba.

Entonces hubo un destello dorado. Amarantha salió despedida por el aire, arrojada contra la pared más lejana, y Tamlin soltó un rugido que sacudió la montaña mientras se lanzaba contra ella. No había acabado de estrellarse cuando él la cogió del cuello, y el suelo crujió cuando la aplastó bajo una pata llena de garras.

La vieja pajúa pataleó y se sacudió, pero no pudo hacer nada contra el ataque brutal de la bestia en que se había convertido la rubia desesperada. El attor y los guardias se precipitaron hacia ella, pero muchos otros inmortales y altos fae, ya sin máscaras, saltaron hacia ellos y los aniquilaron. Amarantha gritó, pateó a Tamlin, le arrojó su magia negra, pero ahora una capa de oro le cubría el pelo de lobo como una segunda piel. No consiguió tocarlo.

—¡Tam!—Gritó Lucien, y su voz se oyó por encima del caos.

Una espada cruzó el aire, una estrella fugaz de acero. Tamlin la atrapó con una garra enorme. El alarido de Amarantha se interrumpió bruscamente cuando él le clavó la espada en la cabeza, la atravesó y se hundió en la pared de piedra que había detrás. Y entonces le cerró las garras sobre el cuello y se lo desgarró. El silencio inundó la estancia.

Algo la obligó a mirar de regreso a su cadáver por mucho que ella quisiera cerrar los ojos para no presenciar tal escena. También vio a los demás lores acercándose a su hermana sollozante. Los vio a todos menos a Rhysand y supo que era él quien la obligaba a observar el panorama.

—No—Jadeó alguien, Lucien, con la espada colgando de la mano.

—¿Por qué esa humana llora por la muerte de su rival?—Preguntó alguien, aparentemente uno de los hermanos de Lucien por su cabello rojizo.

—Es su hermana—Nunca antes había escuchado la voz de Rhysand tan alto y cerca, como si brotara de su propia garganta—Las dos son de la misma sangre. Son jimaguas.

Y entonces los inmortales las miraron con nuevos ojos, notando los parecidos entre ellas. Todos las miraban con lástima y pesadumbre. Tamlin se acercó primero y observó con rostro sombrío del cuerpo flácido de Faye al cuerpo vivo de Feyre, quien no paraba de llorar.

Alguien apareció junto a Lucien: un hombre alto, agraciado, de pelo castaño, con una cara parecida a la suya. Lucien no miró a su padre, aunque se tensó cuando el Alto Lord de la Corte Otoño se acercó a Tamlin y le tendió la mano cerrada.

Tamlin solo levantó la vista en cuanto el Alto Lord abrió los dedos y le tocó la mano. Una chispa brillante cayó sobre su cadáver, la chispa emitió una luz y desapareció cuando le tocó el pecho. Feyre miró sorprendida aquella escena aún sin soltarla.

Se acercaron dos figuras más… ambos jóvenes y hermosos. El de piel marrón llevaba puesta una túnica azul y verde y sobre la cabeza, entre blanca y rubia, una guirnalda de flores: el Alto Lord de la Corte Verano. Su compañero, de piel clara, vestido de blanco y gris, llevaba una corona de hielo brillante. El Alto Lord de la Corte Invierno. Con el mentón levantado y los hombros hacia atrás, los dos dejaron caer las gotas brillantes sobre su cadáver, y Tamlin inclinó la cabeza en un gesto de gratitud.

Después se acercó otro Alto Lord y depositó una nueva gota de luz. Brillaba por encima de todas las demás, y por el vestido dorado y rojo dedujo que era el Alto Lord de la Corte Amanecer. Después fue el alto lord de la Corte Día, envuelto en blanco y oro, la piel oscura resplandeciente con su propia luz interior. Él también le ofreció su regalo y sonrió con tristeza a Tamlin antes de alejarse.

A COURT OF SILENT AND STARS (UNA CORTE DE SILENCIO Y ESTRELLAS)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant