Capítulo 1

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Once años después

Un martes del mes de septiembre, primer día de mi jodido último año, seguramente igual de aburrido que los otros cuatro, con excepción de que en junio tendré la graduación y deberé morirme de los nervios buscando qué estudiar. Porque aún no tengo ni idea de qué haré con mi vida cuando salga del colegio público de Beacon.

A veces envidio a Cristhian, el mayor de mis hermanos. Desde sus dieciséis sabía a qué se dedicaría por el resto de su vida y ahora con diecinueve años, casi veinte, se encuentra estudiando para ser profesor de matemáticas. Aún no sé como puede dedicarse a estudiar eso, pero bueno, él es feliz con los números. Y ya está en el año de su carrera, donde tiene que hacer prácticas, así que las está aplicado en el instituto donde vamos Joel -mi segundo hermano mayor, le sigue a Cris-, Brian -el menor de los cuatro- y yo -le sigo a Joel-, por lo que siempre se va con nosotros en las mañanas. Pero ese no es el punto, el punto es que ya él tenía su vida planeada desde antes. A diferencia de mi, que mamá aún me sigue tratando de despertar a los gritos, segundos después de que mi despertador haya sonado y yo ya haber despertado.

Joel, con quien comparto último año ya que lo atrasaron un año en primaria, tampoco lo tiene muy claro. Pero al menos él tiene tres opciones de donde escoger; quiere ser arquitecto, o doctor o profesor de educación física. Sí, lo sé, ninguna carrera tiene que ver con la otra, pero así es mi hermanito mayor, y según él esas son sus tres pasiones, y bueno, tendrá de aquí a la graduación para decidirse. A mi no me pasa por la cabeza ninguna idea de qué me gustaría estudiar, ni siquiera sé en lo que soy buena como para tener opciones para poder escoger.

Brian se puede escapar al menos un año más de toda esta presión de mierda que genera estar al borde de la vida adulta. Se encuentra en décimo año, pero él, al igual que Cris, ya tiene su futuro muy claro. A Bri le encanta el fútbol, pero eso es muy característico de todos los Smith, incluso de mi. La diferencia de Brian, es que él sí se ve jugando al fútbol por el resto de su vida, por ello es vegetariano para cuidarse con las comidas y todo el asunto, yo aún no logro entender cómo es capaz de negarse a un filete o a un muslo de pollo, o al pavo de Acción de Gracias, pero así lo amo. Cris, Joel y yo practicamos el fútbol solo por hobby, al igual que papá, que en sus ratos libres de horarios del bufete, nos lleva a los cuatro a un lote baldío a tres cuadras de distancia de nuestra casa y allí nos pasamos horas jugando. Volví a salirme del tema. Bueno, Brian tiene la fe de que le den una beca deportiva, y sí, aún así estudiar, pero estudiaría cualquier carrera y, lo cito textualmente según mi hermanito, la que sea menos exigente para dedicarse más al fútbol y menos al estudio.

Todo este desorden emocional y universitario me da un poco de pena con mi novio, Alex. Y aquí mi familia emitiría un chiste odioso haciendo referencia a qué cosa no me da pena hacer o decir al frente de Alex a final de cuentas. Alex es mi novio desde hace dos años y él ya está en su segundo año de universidad. Lo conocí en su último año de instituto; él iba a ver los partidos del equipo femenino, donde yo jugaba y juego hasta el momento, y se acercó a hablarme un día después de la práctica. Comenzamos a salir y a conocernos, y luego de un año, se animó a pedirme que fuera su novia. Hemos estado juntos desde entonces. A pesar de que somos muy diferentes, y literal somos polos opuestos, creo que lo hacemos funcionar, y lo suficiente ya que hemos logrado tolerarnos dos años. A pesar de que tengo que omitir ciertos comentarios obscenos, groserías y bromas pesadas cuando estamos juntos, he logrado amarlo. Y él me ha podido amar tal cual soy.

Y si Leslie llegara a leer esto, seguramente ya me habría golpeado, reprochándome el que merezco estar en una relación donde pueda ser yo libremente y todo el jodido discurso que me da cada vez que hablamos de Alex. Y seguramente toda mi familia la apoyaría, porque ninguno es capaz de aceptar a Alex, dicen que no es el indicado, que es un cínico, narcisista y aguafiestas y muchas tonterías más que me molesta escuchar, pero ellos tratan de tolerarlo. Por mi. Volviendo a Leslie, ella es mi mejor amiga desde primer grado, al año siguiente de que el niño de ojos verdes se fuera del vecindario y de mi vida, Leslie fue la recompensa que tuve después de que el niño desapareciera. Ambas éramos niñas muy raras porque en lugar de querer jugar a la casita o a las muñecas con las demás niñas, preferíamos ir al patio de juegos donde lo niños estaban jugando fútbol, o la quedas, o cualquier juego brusco donde no tuviéramos que estar sentadas y fingiendo ser delicadas. Con Leslie dije mis primeras groserías, golpeé por primera vez a un chico en quinto grado porque me estaba molestando y ella hizo quedar mal al niño al frente de la directora y el profesor, con ella me anoté por primera vez al equipo femenino en el instituto, estuvo conmigo cuando di mi primer beso y yo con ella cuando se metió por primera vez con un chico. Leslie ha sido testigo de cada una de mis aventuras, de cada uno de mis desordenes emocionales, de cada una de mis lágrimas y de mis risas, ha sido mi compañera de vida desde niñas y la amo como la hermana que nunca tuve. Nuestra relación es tan fuerte, que los chicos la ven como si fuera hermana de ellos también, y papá y mamá la adoptaron desde que puso un pie en nuestra casa. Al igual que Bob y Melany, los padres de Les, lo hicieron conmigo. Fuimos las responsables de unir a nuestras familias, y ahora en realidad, somos una sola familia.

Fotografía {✔}Where stories live. Discover now