Capítulo 11

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Leslie detuvo el auto al frente de la casa de los Green, y al mirarme, suspiró.

–¿Qué sucede? –pregunté.

–Aún no me acostumbro a que vivas aquí –dijo y rodé mis ojos.

–Les, has como si aún estuviéramos en New York. Tú en tu casa y yo en la mía –negó con su cabeza.

–En Beacon yo podía entrar y salir de tu casa cuando quisiera –mira mi nueva casa y hace una mueca. –Ahora, debo conformarme con dejarte en la acera del frente –me reí.

–¿Quieres pasar? –pregunté y frunció el ceño.

–¿Estás loca? Debes dar una clase –alcé una ceja.

–Pero no me vas a interrumpir, ¿o sí? –negó con su cabeza y sonreí. –Anda, y de paso conoces a Alisa –Leslie sonrió falsamente.

–Sí, por ella es que ya no vives conmigo –rodé mis ojos, de nuevo, y me bajé del auto. Leslie me siguió.

–¿Estás celosa de una niña de trece?

–No pienso negarlo –me reí.

Saqué mis llaves de la mochila, abrí la puerta de la casa y dejé que Leslie pasara de primera.

Miró todo a su alrededor y luego me miró a mi. Abrió su boca para decir algo, pero la interrumpí.

–Que ni se te ocurra decir que tu casa es más bonita –susurré y se encogió de hombros mientras reía. Suspiré, divertida por su comportamiento de niña. –Espera aquí, iré a llamar a Alisa.

Caminé hasta la única habitación de la planta baja, y toqué la puerta dos veces antes de que la suave y aguda voz de Alis dijera que pasara.

Abrí la puerta y me asomé al cuarto. Ella se encontraba al frente de su escritorio, dibujando algo. Me sonrió y dio media vuelta en su silla para mirarme.

–Hola, Ari –saludó, y le sonreí también.

–Hola, gatita.

–Has llegado temprano.

–Sí, el entrenamiento acabó antes.

–¿Y no te quieres bañar primero? –hice una mueca.

–¿Huelo mal? –dije. Sus mejillas se sonrojaron y alzó sus cejas, negando rápidamente con la cabeza.

–¡No, no, Ari! No quise decir eso, lo pregunté sólo por si querías estar cómoda antes de empezar –me reí.

Amo la pureza de Alisa.

–Estaba bromeando, Alis –dije y sus hombros se relajaron, para luego unirse a mis risas.

–Dios, eres bastante grosera –me encogí de hombros.

–Te acostumbrarás –volvió a reír.

–Me gusta –dijo y le sonreí.

–Oye, he traído a mi mejor amiga –dije. –¿Te molesta si nos acompaña en la clase?

Alisa tardó varios segundos en contestar. Me miró fijamente, sus hermosos ojos se humedecieron un poco y cuando pensé que me diría que no, asintió y me sonrió.

–Sí, no hay problema –dijo y alcé una ceja.

–Entonces, ¿por qué estás tratando de no llorar? –Alisa rió levemente.

–Nunca pensé que me relacionaría con otras personas además de mi familia y mis dos terapeutas –dijo y se encogió de hombros. –Me emocioné, disculpa –le sonreí, sintiendo que la quería un poco más que antes.

Fotografía {✔}Where stories live. Discover now