Capítulo 24

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Para cuando llegué a casa de los Adams, Leslie se encontraba sentada en las escaleras del porche, hablando por teléfono con alguien. Se veía sonriente y sin aún percatarse de mi presencia.

Traté de calmar el dolor en mi estómago antes de acercarme a hablar con ella. Pero mis pies tomaron vida propia, y me dirigí hacia Les, mi rostro retratando el dolor que aún sentía.

Cuando ella me vio, amplió sus ojos.

–Te llamo luego –dijo y sin esperar respuesta, colgó la llamada y se puso de pie mientras me tomaba por ambos brazos. –Dios, amiga, ¿qué te pasa? Parece que viste un fantasma –sonreí, pero fui incapaz de contestar. Las lágrimas hicieron acto de presencia y Leslie, sin dudarlo, me abrazó.

No lo entendía. ¿Por qué estoy tan desilusionada de saber que yo no soy la niña de la historia de Marcus y que él, al parecer no es el mío? ¿Por qué siento esto?

–Ari, nena, ¿qué sucede? –susurró Les.

Se alejó de mi y me condujo hasta las gradas donde ella estaba sentada hacía unos segundos. O minutos, no lo sé. Esperó en silencio hasta que las lágrimas y los sollozos cesaron, siempre sus manos envolviendo las mías.

–Es una chiquillada –murmuré al fin y traté de sonreír. –Olvídalo, no pasa nada.

–No es una chiquillada, porque te está afectando –dijo, alzando una ceja. –Vamos, habla conmigo. No tengo nada interesante que hacer, más que escucharte –me reí.

Creo que todos merecemos una amistad como la de Leslie, una amistad real y natural, que no abandona a pesar del desastre que podemos llegar a ser.

–Va, entonces ponte cómoda –sonrió.

–Ya lo estoy, escúpelo –suspiré.

Leslie sabía del niño, pero sabía lo mismo que yo. O sea, nada. Muchas veces ha tratado de hacerme hablar del tema, pero siempre le termino diciendo lo mismo: no lo recuerdo. Sabe que existió, sabe que fue mi mejor amigo y mi primer amor, pero, así como para mí, el resto de la historia es un misterio.

–¿Recuerdas el niño de la fotografía? –dije. Su ceño se frunció, pero asintió.

–Sí, recuerdo la foto –dijo. –¿Qué con él? –sonreí.

Y entonces, le hablé de Marcus y de su familia y de cómo me pareció que no eran tan desconocidos como siempre me parecieron ser. Hablé del collar que recuerdo haberle obsequiado al niño, y del collar que encontré en medio del pasillo de casa. Hablé de Mike y de Joe Miller. Hablé de lo que tenía planeado en la cita, y de cómo mi plan se fue al carajo con la declaración de Marcus. Hablé de mis sentimientos respecto a eso, y cómo es obvio, cuando hablamos con nuestra mejor amiga, nos damos cuenta de lo que verdaderamente queremos y deseamos. Así que me di cuenta que de verdad quería que Marcus Green fuera el niño de mi fotografía. Hablé también de la conversación que había tenido con Marie hace veinte minutos y le di la razón del por qué había llegado casi vomitando a su casa. Hablé de todo, y Leslie escuchó con atención cada palabra.

Cuando finalicé, ella me miró.

–¿Y no será que interpretaste mal el nombre? –dijo y fruncí el ceño.

–¿Estás tratando de darme falsas esperanzas? –se echó a reír.

–Sólo digo porque, Ari, seamos sinceras, las historias se parecen demasiado y encontraste un collar que es idéntico al que le diste al niño –alzó una ceja. –No puede ser coincidencia, el universo sería demasiado malvado en hacerles una cosa así –me reí, sintiéndome un poco más tranquila al ver que no eran sólo cosas mías, Leslie hacía la misma analogía que yo.

Fotografía {✔}Where stories live. Discover now