Capítulo 7

520 47 9
                                    

Marcus

Levy, Florida.

–Mierda, me duele todo el jodido cuerpo –dije, caminando detrás de Paul por los corredores vacíos del instituto. –¡Por Dios! –exclamé. Paul se giró para verme y alzó una ceja.

–¿No ves muy inapropiado nombrar a Dios, después de haber maldecido? Pecador de mierda –me reí y me toqué el pecho con la mano derecha para luego hacer una reverencia mientras me colocaba a su lado.

–Discúlpame, no fue mi intención –dije y se echó a reír. –Pero en serio, ¿esas personas qué creen? ¿Que estamos jugando fútbol americano? Juegan como bestias –él se encogió de hombros.

–Tal vez. O tú no toleras nada –lo golpeé por su hombro, haciéndolo reír de nuevo.

Las luces blancas de la cancha eran lo único que iluminaban el colegio, el cual estaba vacío, a excepción del equipo de fútbol. Era lógico. Nadie va a estar en este lugar a las siete y treinta de la noche.

–Oye, Marc, ¿y qué ha pasado con tu loca ex novia? –preguntó mi mejor amigo y fruncí el ceño.

–De hecho, ahora que la mencionas... No ha pasado nada –lo miré. –Demonios, no me ha hablado en cuatro días, eso es todo un récord –él hizo una mueca mientras sacaba las llaves de su auto y señalaba con su cabeza algo detrás de mi.

–Creo que ya sé por qué te dejó en paz –dijo. Me giré a ver lo que señalaba Paul, para toparme con Jenny y Sean muy amorosos sobre el maletero del auto de él. Paul revolvió mi cabello. –Ha encontrado otra víctima.

Alce mis brazos y sonreí de oreja a oreja, en un modo de celebración un tanto exagerada, haciendo reír a Paul.

–De acuerdo, rarito, vete antes de que grite para que te vea y recuerde que te tiene que seguir jodiendo la vida –lo miré mal.

–No eres de mucha ayuda, ¿sabes? –sonriendo, besó mi mejilla y se fue trotando entre risas hasta su auto antes de que lo pudiera golpear.

Reí y limpié sus babas de mi rostro.

–¡Te veo mañana! –gritó. Lo saludé con una sacudida de mano para ver cómo salía del instituto.

Me subí a mi moto y la encendí, viendo como Jenny y Sean permanecían absortos en su mundo, y eso sólo me hizo sonreír.

Parece que ya me la he logrado sacar de encima.

Me coloqué el casco y sintiéndome, por una extraña razón más feliz de lo normal, salí del colegio.

El cielo se encontraba despejado. La luna y las miles de estrellas lo adornaban, y la noche estaba fresca, gracias a la brisa que provenía de la costa.

Aumenté la velocidad y cerré los ojos por un momento, disfrutando del viaje. En noches como esta, las personas prefieren trasladarse a pie o en bicicleta, por lo que no hay tránsito en la autopista. Lo que es muy inusual que suceda un lunes, pero por el buen clima, prefieren disfrutarlo caminando.

Abrí los ojos y seguí conduciendo, con miles de pensamientos inundando mi cerebro.

Para esta semana, aún no hay trabajos pendientes. Los exámenes comienzan hasta dentro de un mes, no hay exposiciones, ni tareas, ni nada. Solo los entrenamientos y asistir a clases.

Tomé una respiración profunda, sintiéndome un poco aliviado de que el colegio aún no ha llegado a ser una carga. Mientras seguía pensando en todo esto, no me percaté de que una chica venía trotando por media calle, con audífonos, por lo que no me había escuchado.

Fotografía {✔}Where stories live. Discover now