Capítulo 33

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–Bien, ya anunciaron el vuelo –dijo Marcus. Se giró y miró a Cristhian, quién le sonrió antes de fundirse en un breve abrazo.

–Ten buen viaje, hombre –dijo Cris. Marc palmeó su espalda antes de apartarse de él y sonreírle.

–Gracias.

Cris nos miró a ambos y suspiró.

–Bueno, estaré en el auto –dijo. Volvió a despedirse de Marcus y se alejó de nosotros, dejándonos solos. Marc me miró.

–Supongo que te veo... Uh, no lo sé, ¿dentro de un rato? –dijo y entonces lo abracé, frenando así las jodidas lágrimas que amenazaban con salir.

Esto pareció sorprenderlo, pero me devolvió el abrazo.

Nos quedamos allí de pie, entre los brazos del otro por minutos que se hicieron eternos. En el fondo, no quería que se fuera, quería que estuviera aquí conmigo, pero no quiero poner nuestra relación en tanta tensión, con el peligro de que esta se rompa y nos hagamos daño.

–Aún puedo quedarme –murmuró luego de unos minutos y sorbí por mi nariz, alejándome de él. Sonreí débilmente, y negué con mi cabeza.

–Creéme, pronto comenzaré a ser un dolor en el culo y desearás estar lejos –dije. Marc tomó un mechón de mi cabello y lo metió detrás de mi oreja izquierda, luego me miró a los ojos.

–Siempre has sido un dolor en el culo, y así te quiero –largué una risa, haciendo que él sonriera, así que volví a abrazarlo.

–Gracias por todo, Green.

–Espero que no estés rompiendo conmigo, Ari, mira que vivimos en el mismo lugar y sería bastante raro –volví a reírme.

–No, no lo hago –dije. –Sólo quiero hacerte saber que estoy agradecida contigo, y que lamento mucho toda esta mierda. Toda la mierda que he dicho, pero no puedo... No puedo creer que...

–Está bien, nena –dijo él. Y cuando menos me percaté, había vuelto a llorar.

Liberé sollozos en el pecho de Marcus, hasta que una voz monótona de una mujer dijo que faltaban diez minutos para el despegue hacia Levy, y tuvimos que separarnos. Él pasó sus dedos por mi rostro desastroso y me sonrió.

–Arregla lo que tengas que arreglar y luego me buscas, ¿si? –dijo él. –Sabes dónde encontrarme.

La voz de la mujer volvió a sonar por los parlantes, así que él alejó sus brazos de mi y tomó su mochila.

–Debo irme –asentí.

–Avísame cuando llegues a casa, ¿de acuerdo? –dije.

–Sí, yo te aviso –él suspiró. –Cuidate, Ari.

–Tú también, Marc.

Metió las manos en los bolsillos de su pantalón y sonrió sin mostrar sus dientes.

–Bien, adiós –dijo, y sin esperar respuesta, dió media vuelta y se alejó por el pasillo de abordaje, sin mirar atrás. Yo regresé al auto, odiandome un poco más.

Cris y yo salimos del estacionamiento del aeropuerto y nos adentramos al tráfico, el cual estaba terrible. La hora y la nieve no ayudaban a que los autos se movieran, llevábamos en el mismo lugar desde hacía veinte minutos.

Estaba cambiando de emisora, cuando él suspiró, así que lo miré.

–¿Qué sucede? –dije.

–¿Por qué lo echaste? –dijo él y fruncí el ceño.

–Yo no lo eché, Cris.

–Sí que lo hiciste –dijo, molesto. –Cuando le dices a alguien "debes irte" es porque no lo quieres cerca, y lo echaste –me miró, su semblante serio. –¿Por qué lo hiciste? –suspiré.

Fotografía {✔}Where stories live. Discover now