Capítulo 3

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–¡Ya llegué! –grité, al entrar a casa.

Probablemente, mamá estaría haciendo las compras y papá rondaría por la casa haciendo cosas suyas, ya que su turno en la escuela terminó. Y mi hermanita, Alisa, estaría en su habitación dibujando, leyendo o viendo alguna película. Mi familia era muy predecible.

La puerta de la habitación de Alis se abrió y por ella, salió mi hermana. Me sonrió y se dirigió hacia mí.

–Hola, Marc –dijo y sonreí, para luego agacharme y besar su frente.

–Hola, bicho.

–¿Cómo te fue hoy? –me encogí de hombros y caminé hasta la cocina.

Ella me siguió, las ruedas de su silla rechinando al ella desplazarse.

–Me ha ido bien, lo normal –la miré mientras tomaba de la refrigeradora una botella de agua. –¿Y a ti? –se encogió de hombros.

–Me he aburrido un poco, lo normal –dijo e hice una mueca por lo que Alis se rió. –Relájate, cada vez me hago más inmune a la aburrición –me guiñó un ojo. –Creo que ya es mi amiga –sonreí.

–De acuerdo –alcé una ceja. –¿Dónde están tus padres? –Alisa rió.

–Tu papá está arreglando el jardín y tu mamá se fue a hacer unas compras –me reí y asentí. Era de esperarse.

–¿Y ya comiste? –negó con su cabeza. –¿Te preparo algo? –asintió.

–¿Macarrones con queso? –preguntó, sonriendo levemente. Sonreí.

–Macarrones será.

Comencé a preparar todo, mientras escuché a mi hermana de trece años hablarme sobre lo que hizo en el día. En otras palabras, lo mismo de siempre. Levantarse, hacer las terapias, comer, hacer algo que a ella le guste, tipo leer o dibujar, volver a hacer terapias y luego, esperar a que yo llegue para hacer algo entre los dos.

Ella quiere ir a la escuela pero, a mamá le preocupa. Dice que puede que la molesten por ser "especial" y eso a Alisa la pone mal.

Alis quedó minusválida a sus siete años, gracias a un incidente. Antes, en nuestro vecindario, habían numerosas pandillas haciendo de las suyas por los alrededores. La última vez que estuvieron presentes, fue cuando ocurrió lo de Alis. Ella venía de la escuela, por la tarde, cuando de pronto unos tipos salieron con armas a apuntar a otros tipos y eso dio inicio a una balacera. Alis quedó en medio de todo. Trató de correr, de alejarse lo más que pudo de ahí, sin embargo, una bala perdida impactó en su cadera, dañando su columna. Alisa estuvo tirada en la calle durante varios minutos hasta que la policía y las ambulancias llegaron. La policía se llevó a los tipos de la pandilla, al fin. Y la ambulancia recogió a Alis y se la llevó al hospital.

Llamaron a mis padres y en seguida nos fuimos hasta allí. Cuando Alisa despertó, nos dijeron a los cuatro que ella no podría volver a caminar, que no era imposible pues con terapia todo se resuelve, pero que sí tardaría bastante. Y aquí está, seis años después y con costos mueve sus dedos.

Desde ese día, Alisa perdió esa alegría tan particular en ella. Su vida cambio, y aún no se acostumbra a ello. Le da miedo que las terapias no le ayuden, y tiene repentinos cambios de humor. Mis padres y yo, ya nos hemos acostumbrado a su actitud. Ya sabemos como manejarla. Sin embargo, eso fue algo que marcó la vida de todos.

–Entonces, ¿Irene no vendrá más? –pregunté, entregándole su plato y sentándome al frente de ella. Suspiró y negó con la cabeza.

–Su esposo está muy mal, así que debe ocuparse de él –asentí. –Papá hará un anuncio para contratar otra institutriz, pero creo que lo hará hasta la próxima semana. –alcé una ceja.

Fotografía {✔}Where stories live. Discover now