Capítulo 19

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Beacon, New York.

Leslie iba en el asiento del copiloto, dándole direcciones al taxista de adónde tenía que llevarnos, y entre ambos habían mantenido una conversación interesante acerca de deportes, economía y anécdotas graciosas que me hacían reír. En el maletero, iban tres valijas. Una era mía, otra de Leslie, ¿y la última? De Marcus Green.

Sí, así como leen. Marcus me había acompañado a New York.

Le había propuesto el jueves en la noche que tuviéramos nuestra cita acá. Al principio se negó y me dijo que estaba loca y todo eso, pero luego le dije que de paso conocería a mi familia, y que podría ser divertido, y bueno, lo logré convencer. Hablamos con sus padres y se mostraron no recelosos ni negativos en cuánto a que su hijo viajara a un estado que quedaba a miles de kilómetros, si no, se vieron temerosos, no sé de qué, pero al final del desayuno del viernes, aceptaron con una sonrisa un poco temblorosa. Y para terminar, en la hora de almuerzo, llamé a mamá para preguntarle si Marcus podía ir. Porque vamos, si caíamos Leslie y yo a casa con un tipo que mi familia solo conoce de nombre, probablemente mis hermanos y papá se hubieran vuelto locos... Y mamá también. Así que la llamé para decirle y aceptó con gusto, lo que me pareció bastante extraño, pero me encantó.

A final de cuentas, Marcus había aceptado, tenía el permiso de sus padres y yo tenía el de los míos. Y se veía ansioso, feliz, pero ansioso. En las clases que compartimos ese día, no dejaba de preguntarme cosas acerca del avión y de que si no se sentiría feo y ese tipo de preguntas. Le contesté todo, aunque no pude evitar preguntarle yo el por qué de esas dudas, y me terminó confesando que nunca había viajado en avión y sentía un poco de pánico. No pude evitarlo, y me reí. Él se molestó un poco, ya saben, el orgullo de los hombres de no admitir que son humanos y sienten miedo. Lo estuve molestando toda la clase hasta que pude hacerlo reír y se le fue el enfado.

Leslie y yo tratamos de calmarlo con respecto al vuelo. Dijimos cosas tipo, no hay nada que temer, se siente como si fueras en auto, no se siente extraño. Y todo eso, lo sé, somos un amor de personas.

Pero luego, Leslie la cagó diciéndole que puedes dormirte y así, si el avión se cae, no sentirás nada.

Leslie es el mejor de los apoyos.

Marcus solo la miró mal, y ella se rió diciendo que solo bromeaba, pero a Marcus no le pareció gracioso para nada. Lo mejor de todo, es que se lo dijo diez minutos antes de entrar al avión.

A duras penas, subió y se sentó donde le correspondía. Él iba al lado de Leslie, pero me imploró que me sentara junto a él, así que cambié de asientos con Les y me senté al lado de Marc. Leslie se durmió a los cinco minutos de haberse sentado, y eso que el avión no había despegado, Marcus respiraba aceleradamente así que entrelacé mi mano con la de él y eso lo distrajo un poco. Aunque debo admitir que últimamente, me encanta tomar su mano.

Estuve hablándole de cosas sin sentido para que dejara de prestarle atención a sus nervios, pero cuando el avión despegó, Marcus volvió a asustarse y dejó salir un grito de niña. Me reí de nuevo, pero esta vez él no se enfadó, sino que se rió conmigo.

El resto del vuelo fue tranquilo. Aprovechamos para hablar de muchas cosas, cosas triviales en realidad. Esos asuntos de color favorito, sueños de niño, cantante preferido, comida que más te guste, que cuál es el mes del año que más disfrutas, que si cuando vas al cine prefieres palomitas saladas, dulces o mixtas. Esas preguntas que uno suele hacer cuando una persona te interesa.

Mierda.

A mitad del vuelo, Marcus se durmió, pero yo no, al parecer mi cerebro no quería dejarme descansar. Así que me dediqué a observarlo y no pude evitar sentirme mal cuándo recordé mi conversación con Mike y que casi contrato a Joe. Que loca.

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