Capítulo 5

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Me columpeé una vez más en aquella hamaca del viejo parque al que solía ir de niña.

Sorbí mi nariz y sequé las lágrimas que se deslizaban por mis mejillas. He estado aquí por más de media hora, y no he logrado calmar mi llanto.

Ver a Alex me desestabilizó más de lo que creí. Y el que me rogara porque habláramos sólo hizo que el hoyo en mi pecho se hiciera más grande.

¿Por qué hace todo tan complicado? ¿Por qué, si me engañó, quiere seguir buscándome?

Si me engañó, fue porque no me quería lo suficiente. No entiendo por qué después quiere seguir hablándome.

Suspiré, nuevamente con el rostro lleno de lágrimas y me columpeé otra vez, sintiendo una suave brisa en mi cara.

Flashback

–¡Más alto, ****! –grité, mientras reía.

¡Ariana, te vas a matar si te empujo más alto! –gritó ****.

¡No exageres! –lo miré desde arriba. –¡Quiero ver la cruz de la iglesia! ¡Falta poco, anda! –rodó sus ojos y, sonriendo, me empujó en la hamaca.

Grité mientras sonreía.

El viento soplando en mi cara es mi sensación favorita.

¡Oye ****, mira lo que hago! –solté una mano de la cuerda del columpio.

Ambos reímos, pero luego no me pude sostener con una sola mano y caí desde lo más alto.

¡****!

¡Ariana! –gritó mi mejor amigo, mientras me atrapaba en sus pequeños brazos. –¿¡Es que eres tonta!? –me gritó colocándome en el suelo.

Nos miramos por unos segundos, seriamente, y luego comenzamos a reír.

No le digas a mamá –dije, sonriendo. Rodó los ojos, también sonriendo.

Claro que no, me mataría también –dijo y me eché a reír.

Fin del Flashback.

Sonreí con nostalgia ante el recuerdo.

Amaba a ese niño. Aún lo hago, y me entristece mucho no recordarlo. Al menos, ese recuerdo alivió un poco mi desastre de emociones.

El cielo ya comenzaba a oscurecerse, así que decidí volver a casa antes de que se hiciera más tarde ya que no andaba mi celular para comunicarme con mi familia.

Me puse de pie y comencé a caminar calle abajo para llegar a mi casa.

Había caminado una cuadra tal vez, cuando vi a papá caminar en la dirección contraria a mi, topándomelo de frente. Me sonrió y dejó de caminar, esperando a que yo llegara hasta donde él estaba.

Cuando lo alcancé, le devolví una sonrisa levemente quebrada, así que me abrazó sin decir nada.

Nos quedamos ahí, en media acera y en silencio. Él consolándome y yo, reconfortada por sus brazos.

Besó mi frente y me alejó de él, tomándome por mis hombros. Suspiró.

–Quisiera, de alguna forma, hacer que dejaras de llorar –dijo. Suspiré también.

–Dame tiempo –dije y sonreí. –Voy a estar bien –papá asintió y pasó su brazo por mis hombros para luego los dos emprender viaje hacia nuestra casa.

–Deseo matar a ese imbécil –dijo y reí.

–Sí, los chicos también quieren. Todo el mundo, en realidad –papá negó con su cabeza.

Fotografía {✔}Where stories live. Discover now