Capítulo 20

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–¿Y nuestro restaurante favorito? –preguntó Cris y negué con mi cabeza.

–No, quiero que sea un lugar totalmente nuevo para ambos.

–¿El restaurante italiano de la tercera avenida? –sugirió Sara y volví a negar.

–A él no le gusta la pasta, y a mi no se me antoja nada italiano. Además, ayer ya comimos pizza.

–¿El restaurante chino que hay al lado del instituto? –dijo Les y la miré mal, haciéndola reír. –Lo siento –suspiré.

–Tener una cita es más difícil de lo que creí –me quejé y Cris sonrió.

–No, es que tú lo complicas mucho –dijo.

Me encontraba en la sala de mi casa, vistiendo un suéter de lana rojo, con un jean blanco y mis botines café, pidiéndole consejos a Cristhian, Sara y Leslie acerca de adónde puedo ir con Marcus a cenar un domingo a las ocho de la noche.

Hemos pasado un fin de semana increíble. El sábado, después de la fiesta de Cris, nos fuimos a caminar por el centro, mientras mamá y papá se quedaron en casa y descansaban de nosotros. En medio de la caminata, Leslie y Brian vieron una sala de vídeo juegos por lo que, como adolescentes maduros que somos todos, decidimos adentrarnos al local.

Nos pasamos alrededor de dos horas jugando en máquinas que simulaban ser mini casinos, en otras que tenían juegos de policías así que había que usar armas virtuales y ese fue en el que más dinero gasté. Si Eduard y Marie se enteraran en los lugares donde gasto mi paga.

Habían otros juegos, de esos clásicos donde con un maso, debes golpear a topos, otros donde debías encestar las canastas que pudieras para poder ganar, y otro donde tenías que bailar. En resumen, los chicos y yo parecíamos niños pasando de un juego a otro y dejando que los minutos pasaran.

Luego de salir todos sudados y jadeantes, seguimos caminando por el centro de la ciudad y entrando a tiendas solo para ver las cosas que vendían, porque nunca comprábamos nada. A excepción de cuando entramos a una librería; fue idea de Sara, quién es la única que lee de todos. Pero Cris la acompañó como buen novio que es, y yo quise entrar para comprarle un nuevo libro a Alis.

La hizo muy feliz el que le llevé la vez pasada, y amo verla sonreír, así que quise pasar a ver qué le llevaba, aunque deba vender un riñón para poder pagar el jodido libro. Al final, opté por uno que se veía bastante interesante llamado El Nombre del Viento, de Patrick Rothfuss. El chico de la librería me explicó que era una saga, así que al comprarlo me sentencié a darle a Alisa los libros que le siguen a ese porque, según lo que me dijo Alis, odiaba que le regalaran el primer libro de una saga y no que se la regalaran completa. Esa mujer es difícil de complacer.

La ventaja de todo esto, es que este libro, por alguna extraña razón, no era costoso. De hecho, fue uno de los más baratos que vi en todo el lugar.

Y bueno, al final Sara, Cris y yo salimos de la librería pero sólo yo hice una compra. Sara quería entrar para ver cuál sería su próxima lectura virtual o algo así entendí.

Los demás nos esperaban sentados en unas bancas al frente de la librería, y cuando salimos prácticamente nos empujaron a una pizzería que habían estado viendo desde que nosotros nos perdimos en los libros. Por lo que nos dirigimos hacia el restaurante, al parecer los juegos nos habían dejado hambrientos a todos.

Así que, ahí terminamos la tarde; comiendo pizza y pasando tiempo de calidad con personas valiosas.

Como me prometí esa mañana, tuve vigilados a Joel y a Leslie. Cada vez me convenzo más de dedicarme a la investigación, pero investigaciones de farándula. Carajo, soy una jodida chismosa.

Fotografía {✔}Where stories live. Discover now