Capítulo 4

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Las últimas horas habían sido un desastre. Yo había sido un desastre.

Llegué a mi casa, después de haber corrido como una loca seis cuadras desde el restaurante. Al menos, eso me sirvió para calmarme. No había nadie en casa cuando llegué, lo que facilitó el tener que dar explicaciones de mi rostro, de mis lágrimas o de mi corazón roto.

Me encerré en mi habitación el resto de la tarde, llorando hasta más no poder.

Me sentía como la mierda. Jamás pensé que Alex me llegara a hacer algo así. ¿Qué había de malo conmigo? ¿No soy lo suficientemente, bonita o interesante que tuvo que buscar a alguien más? ¿Qué hice mal?

Me estuvo llamando toda la tarde, por lo que mejor apagué el móvil y dejé que la miseria me tragara.

Mi pecho dolía. Dolía demasiado. Dicen que "tener el corazón roto" es solo una expresión. Pero mierda, la expresión la usarán por algo. De verdad sentía como si algo en mi pecho se hubiera quebrado, y todos los pedazos punzantes estaban dañando mi interior. No dejaba de llorar, aunque quería. Cada vez que paraba, imágenes de Alex besándola, tocándola o riendo con ella aparecían en mi cabeza y las lágrimas volvían a hacer acto de presencia. Todo es una mierda.

¿Y por qué tuvo que hacerlo con la prima de mi mejor amiga? Es un idiota. Ahora entiendo las sonrisas de Kimberly en el instituto.

Es terrible cómo dejamos que una persona controle así nuestro ánimo, nuestras emociones y nuestros pensamientos. ¿En qué momento le di tanto poder a Alex sobre mi? No quiero esto, quiero que el dolor pare por un rato, quiero dejar de pensar en él. Quiero que todo esto acabe.

Estaba a punto de quedarme dormida, cuando mamá apareció en mi habitación. Me rodeó con sus brazos y esperó pacientemente, a que me calmara y le contara qué había pasado.

Lloró conmigo, me dijo muchas cosas que necesitaba oír y que solo una mamá es capaz de decir.

Papá me trajo un té, y ambos se quedaron recostados en la cama conmigo, hasta que me quedé dormida.

Hoy, viernes, me he despertado, con el dolor aún en el pecho, pero más tranquila. Me he despertado y me he encontrado con Leslie recostada a mi lado. Se encontraba mirando algo en su móvil.

Rasqué mis ojos y estiré mi espalda, haciendo a mis huesos crujir, por lo que Les me miró.

–Al fin despiertas –dijo y fruncí el ceño.

–¿Qué hora es?

–Las diez y veintitrés.

–Mierda –murmuré y tomé una respiración profunda. –No dormía así desde que me enfermé aquella vez, en tercer grado –ella suspiró.

–¿Y ayer te has enfermado? –negué con mi cabeza.

–No, ayer me rompieron el corazón.

Leslie frunció el ceño y se sentó en la cama, recostando su espalda a la pared. La imité, aunque me apetecía más quedarme tirada entre las cobijas.

–¿Qué has dicho? –dijo, sus hombros tensos. Tomé una profunda respiración para comenzar a hablar.

–Ayer salí con Alex –dije. Inmediatamente, mis ojos se llenaron de lágrimas. –Ya sabes, falté a clases y eso. –Les asintió. –Bueno, estando ahí, le llegó un mensaje al teléfono –la miré. –De Kimberly, diciéndole que lo amaba y no sé qué mierda –cerró sus ojos. –Por supuesto que lo enfrenté, el idiota sólo decía incoherencias. Las típicas incoherencias que dicen los hombres cuando los descubren siendo infieles –sorbí por mi nariz. –Hice una escena en el restaurante, y luego corrí hasta acá. No he salido del cuarto en todo este tiempo –Les me miró e hizo una mueca.

Fotografía {✔}Where stories live. Discover now