Capítulo 16

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Me miré en el espejo una vez más.

¿En qué momento permití esto? Este sería mi fin, adiós dignidad, adiós respeto, adiós salidas y ligues con chicas, adiós poder ir a la universidad sin historias vergonzosas, adiós mi más preciado secreto; mis calzones de Bob Esponja.

Nadie, además de mi familia sabía que aún usaba esos calzones. ¡Y ahora toda la ciudad se enterará!

Todo por culpa de Ariana Smith.

Suspiré. En este momento, solo llevaba puestos mis boxers desgastados, mis tenis para correr y el collar con forma de balón de fútbol quedaba a la vista, así que mejor me lo quité y lo dejé en mi cama. No quería que el collar de la niña presenciara este acto tan bochornoso.

Unos golpes violentos en mi puerta hicieron que pegara un respingo.

Al parecer, la hora había llegado.

–¡Anda, Green! –gritó Paul al otro lado. –¡Quiero ver tu sexy culo esponjoso! –cerré mis ojos, para luego escuchar las risas de Ariana.

Suspiré, de nuevo. De nada valía permanecer más tiempo oculto en mi habitación, de nada valía retrasar lo inevitable.

Resignado, me dirigí a la puerta de mi habitación.

Una última mirada en el espejo. Para hacer todo más absurdo aún, mi boxer tenía un pequeño hueco en la nalga derecha.

Gruñí y abrí la puerta. Ariana y Paul se encontraban al otro lado de esta.

Ariana me apuntó con la cámara de su celular, Paul me miraba entre divertido y decepcionado.

Les enseñé mi dedo medio y empujé el hombro de Paul cuando lo pasé para dirigirme a las escaleras y bajar hasta la sala, donde estaban mis padres, Leslie, Alisa y Crystal.

Cuando papá y mamá me vieron, sus reacciones me divirtieron. Mamá se echó a reír, con sus mejillas sonrojadas. Papá frunció el ceño y negaba con su cabeza, pero sonreía.

Alisa, Leslie y Crystal casi lloraban de la risa y se meaban encima.

Gruñí, cuando escuché reír a mi supuesto mejor amigo a mis espaldas.

Me giré para verlo cubrirse con sus manos su cara, y Ariana volvió a apuntarme con la cámara.

–Son las diez de la mañana, de un bello sábado del mes de octubre –dijo ella, con voz de locutor. –Marcus Green ha perdido una apuesta contra la genial Ariana Smith, y ahora ella está en este momento cobrandola –me sonrió, esta vez dejando de hacer la voz monótona de antes. –Imagínate lo que quiero ver esto, que no viajé a New York este fin de semana. ¡Todo por ti! –rodé mis ojos.

–¿Debería sentirme halagado? –ella se encogió de hombros.

–Bueno, tú has perdido toda oportunidad de halago desde que saliste de tu habitación en calzones pero sí, por lo menos inténtalo –los demás se echaron a reír.

Yo sólo podía pensar en que quería estrangularla.

–Bien, hagamos esto de una vez –gruñí, y caminé hasta la puerta de la casa, tratando de ignorar las miradas de burla que me lanzaban mi familia y amigos.

Papá se acercó a mi y colocó una mano sobre mi hombro.

–Espero que esto te enseñe a no volver a hacer apuestas con mujeres –dijo, dirigiéndole una mirada a mamá, luego volvió a mirarme a mi. –No sé cómo lo hacen, pero están locas y casi siempre ganan.

–¡Te estamos escuchando, Ed! –exclamó Ariana. Papá elevó sus palmas hacia afuera, proclamando inocencia.

–¡Estoy tratando de educar a mi hijo! –se quejó papá. Leslie frunció el ceño.

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